Sandra Xinico Batz
Pensar que la historia es «corta», que lo que vivimos ahora se ha formado a partir de un par de décadas, ha sido una idea implantada por la educación (europeizada) que recibimos en este país. Etapa tras etapa vamos asimilando la idea de que el pasado no importa, ni siquiera lo de ayer, como si olvidar es la mejor manera de vivir en «paz». Esa incapacidad de pensar en el pasado, de reconocernos en el tiempo, permite que fácilmente nos engañemos sobre la historia y neguemos la realidad a partir de la ignorancia, pensando ingenuamente que en Guatemala ésto se ha dado porque sí (simplemente). Para las mujeres quizá sea más fácil comprenderlo porque somos pruebas vivas de estos procesos/intentos de eliminar la memoria, ya que nuestros registros en la historia «oficial» son escasas y nos redujeron a los «complementos» (extras) en lugar de ser protagonistas, ¿mujeres indígenas?, exactamente a eso me refiero, ¿nos han visto registradas en la historia acaso, sí en los libros? ¿Sí, reconocidas como tal, en nuestros contextos, en nuestro papel fundamental en la evolución de las culturas ahora y antes? (respóndase usted mismo/a).
Una de las violencias (constantes) hacia las mujeres, que se perpetraron durante el Conflicto Armado Interno fueron las violaciones sexuales, de las cuales como sociedad sabemos muy poco y alrededor del cual existe aún mucho silencio que evade la responsabilidad del Estado ya que a través del Ejercito se cometieron múltiples violaciones a mujeres hasta el punto de someterlas a la esclavitud sexual y doméstica, como es el caso de 15 mujeres Q’eqchí’ de la comunidad Serpu Zarco, Alta Verapaz, que exigen justicia ante los tribunales nacionales por delitos de lesa humanidad. ¡Qué hablar de la guerra es aburrido!, dicen incluso hasta los docentes de la Usac, donde miles de gentes fueron asesinadas, marcando la única época de la Universidad (70- 90) que fue coherente con su pueblo, que costeó sus estudios y que financió la formación de muchos de los actuales magistrados, integrantes de comisiones del Estado, ministros, vicepresidentes, que se formaron en la Usac y que provienen muchos de familias pobres o clase media baja que al convertirse en profesionales y trabajadores de la Universidad ahora han ganado campo en la política nacional, no precisamente por ser los más idóneos académica y profesionalmente sino por la carrera política universitaria que desarrollaron por años hasta convertirse en decanos y (quizá) en poco tiempo hasta Presidentes. Pero, para las mujeres siempre ha sido diferente, porque ya sean universitarias o mujeres de las comunidades, antes de haberlas asesinado fueron violadas y eso fue una estrategia, pensada para desarticular, para inmovilizar a una figura social (milenaria) tan importante como la mujer, trasmisora de vida, pero sobre todo un vínculo directo con el idioma, con la cultura ¿ha escuchado esos testimonios? ¿Se ha permitido escuchar de primera fuente cómo para estas comunidades su delito fue tramitar e iniciar una lucha por obtener la legalidad de sus tierras, una lucha que ha permanecido por milenios?