Juan José Narciso Chúa

El título de la presente nota no refleja más que un auténtico sentido de preocupación con la actual coyuntura política, económica y social del país. Esta coyuntura se encuentra cargada realmente de problemas, así como de desaciertos en las decisiones, premuras en las declaraciones y contradicciones en las actuaciones. Sin duda, el inicio para cualquier gestión de gobierno resulta difícil, pero ante los primeros titubeos, poco a poco se observa cierta articulación que le da sentido a la nueva administración; sin embargo, en el presente caso, pareciera que el Presidente Morales no sólo se encuentra solitario, y esto no se refiere a soledad, sino que en el marco de su gestión, se muestra completamente ajeno de la verdadera realidad del país, sus declaraciones apresuradas y llenas de notas pictóricas y morales, no contribuyen en nada a tranquilizar a la ciudadanía.

Por otra parte, no se observa, por ningún lado, un equipo serio y conocedor de la situación política del país, como para que reoriente el rumbo de su gestión, estableciendo distancias de intereses fácticos, de señales de negocios fáciles, de condiciones oscuras o de transacciones cargadas de trucos. Contrariamente a todo ello, pareciera que ni la campaña, ni el período entre ser electo y su propia asunción, consiguió reconocer el piso frágil en donde debería de establecer su derrotero, sino al contrario, pareciera que aquello de “Ni corrupto ni ladrón”, se quedó tirado y olvidado, mientras sus pares cercanos, más parecen hordas de pequeños dráculas sedientos de sangre, que visualizan los negocios al amparo del Estado como el mecanismo tradicional del enriquecimiento ilícito que también pareciera que fue el sentido de lanzarse a la política con el Presidente Morales.

En este complicado espectro, los grupos tradicionales reconocen efectivamente cómo moverse y cómo envolver al mandatario en su propio juego, pero sin que comprometan el estado de cosas. Acá no se permite ningún cambio, mucho menos de un Presidente que pudo haberse imbuido del espíritu de la protesta de la plaza, quien pudo haber encontrado en este espacio, una oportunidad para construir un régimen distinto, planteando reformas de fondo, para construir las bases de un país diferente y más humano.
Lo primero fue el Gabinete. Un grupo heterogéneo de personas, pero bajo un común denominador, no cambiar nada, sino arroparse a las élites para conseguir el supuesto mejor aliado. Segundo, en ese grupo se pudo ver nombramientos evidentes que respondían a intereses muy claros como los constructores y funcionarios que respondían a intereses, sino véase como saltó de rápido la idea de la devaluación.

Un tercer espacio de imprecisión se observa en un retorno a la opacidad por parte del Presidente Morales, quien en lugar de abrir sus intenciones de nombrar a un abogado independiente para la Corte de Constitucionalidad, parece se ha volcado hacia un abogado ultraconservador de la Liga Pro Patria, tal como se ha filtrado. La supuesta donación de medicamentos, parecía encerrar en el futuro negocio de las medicinas.

En este espacio de contradicciones e imprecisiones, el título de la nota, reitero, es más bien de preocupación, porque al final el Presidente Morales termine preso de los “cantos de sirena” desde visiones reducidas y obtusas de las élites, así como al cobijo de veteranos militares, que siguen viviendo la Guerra Fría después de muchas décadas que esta terminó.

En estos términos, existen espacios de explorar para recomponer el destino de la nave, pero el Presidente Morales debe abrirse a visiones distintas a las limitadas de él y su equipo, así como tomar distancia de intereses que saben endulzarle el oído, mientras lo controlan despacito. Es necesario recordar que mantener privilegios significa postergar y profundizar la desigualdad. De otra forma, nos quedaremos atados y hundidos a un inexorable destino: ningún cambio, ninguna reforma, ninguna transformación, un régimen presidencial más, sin pena ni gloria.

Artículo anteriorEntre problemas y conflictos: intereses y posiciones
Artículo siguienteUrgente reforma judicial