Francisco Cáceres Barrios

Un amable lector me comentó que le parecía extraño que no hubiera escrito todavía nada acerca del transfuguismo de los diputados, quienes ni bien habían tomado posesión se habían pasado a integrar la bancada del partido oficial. Mi respuesta fue llana y sencilla, pues no tengo nada que ocultar. Simplemente le dije que aunque yo no estaba conforme con tal actitud y comportamiento, eso no evitaba que viera la realidad pues ¿qué otra cosa más podía esperar de gente que fueron electos con una Ley Electoral y de Partidos Políticos que propicia que los tradicionales politiqueros siempre se salgan con la suya?, ¿qué más le puedo pedir a un diputado que no tiene ideología y que si se acercó a un partido, hizo lo mismo que ir a un mostrador de cualquier tienda de barrio a regatear en cuánto le dejan el hueso o la curul, que le va a durar cuatro años, pero que bien aprovechará para reelegirse otro número igual o más si fuera posible?

Por eso, me pareció que escribir sobre que era una barbaridad la de los diputados estarse cambiando de camiseta, al igual que lo hacen los futbolistas que demuestran que tenerle amor a los colores es cosa de viejos obsoletos, era perder el tiempo, mejor, dije para mis adentros, me impondré la lucha por cambiar esa ley electoral que solo ha servido para llevar políticamente al desastre de nuestro país ¿O es que en algo hemos mejorado, al menos siquiera con el empuje con que llegó el presidente Taracena? Bien decía mi abuelita: “el que no te conozca que te compre”, así es que mejor no quejarse, ni lamentarse, ni perder más el tiempo en predicar frente al mar. Mejor me pongo las pilas para hacer todo lo posible en comunicar a los oyentes y lectores que me conceden el privilegio de escucharme o leerme, que debemos de mandar al carajo a esa ley, al proyecto que dicen todavía está en manos de la Corte de Constitucionalidad y propugnar por tener una digna y decente que evite a tanto politiquero que siga haciéndose millonario a nuestras costillas.

Por eso titulé este mensaje con el “Yo tampoco estoy conforme”, para explicar que no debemos perder más el tiempo pidiéndole “peras al olmo” cuando bien sabemos que mientras haya gente que autodenominándose políticos o analistas solo andan viendo el derecho de su nariz y ver si brincan del petate al Cadillac ¿Verdad don Alejandro? Los invito entonces a sumarse a los peleoneros, a quienes sin intereses espurios queremos de verdad algo mejor para nuestro país, pase lo que pase y cueste lo que cueste.

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