Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En cuanto al Organismo Judicial, vuelve a plantearse la interrogante: ¿qué habría sucedido si en gobiernos anteriores no se hubiera construido el palacio de la Corte Suprema de Justicia y la Torre de Tribunales. La respuesta es obvia, estaríamos mucho peor.

Por qué todos esos predios que ocupó en su época el ferrocarril y se encuentran sobre la novena avenida de la zona 4 no pueden cedérselos al Organismo Judicial para que construya dos o tres torres y concentre en una de ellas a todos los tribunales de la capital, en otra a todos los tribunales de familia y de aspectos administrativos y se hagan suficientes parqueos para que los vehículos de los abogados, litigantes y defensores puedan ser estacionados mediante un pago y la misma posibilidad tengan la totalidad de los trabajadores del Organismo Judicial.

En los edificios superiores de la Torre de Tribunales se observan los patios a los que me refiero, se mira que no están siendo utilizados, están llenos de chatarra y la mayor parte de los mismos no son necesarios para mantener el paso del ferrocarril, si es que algún día funciona de la costa norte a la costa sur, incluso para mantener el Museo del Ferrocarril que actualmente existe sobre la décima avenida.

El Estado posee suficientes ingenieros y arquitectos en múltiples dependencias como para poder hacer un anteproyecto que vendría a engrandecer el Centro Cívico.

Recordemos que el Centro Cívico, donde está la Municipalidad de Guatemala, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, una inmensa instalación del Intecap, al igual que el Crédito Hipotecario Nacional, el Banco de Guatemala, la Torre de Tribunales, el Palacio de Justicia y el Ministerio de Finanzas Públicas no existían hace 50 años; y si existe es porque hubo funcionarios que se atrevieron a pensar y edificar esa infraestructura tan necesaria para el desarrollo del país y que, vuelvo a insistir, si se construyera ahora costaría como mínimo diez veces más.

Por ello, en los próximos cuatro años, mediante préstamos, perfectamente se puede construir y lograr que en lugar de seguir tirando el dinero en alquileres se logre tener ahorros, economías y facilidades, además le darán un impulso económico al país gracias al uso de mano de obra y de materiales que sin duda alguna generarían las construcciones que he mencionado en el Ejecutivo, en el Legislativo y en el Judicial.

Si lo planteado es inadecuado, invito a todos los sectores aludidos a manifestarse al respecto. También invito a que las cámaras empresariales y los colegios profesionales contribuyan y señalen los pros y contras que el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial dejen de ser los principales arrendadores de inmuebles en Guatemala.

Un gobierno eficiente no derrocha los impuestos, un gobierno eficiente estimula el desarrollo, un gobierno eficiente crea fuentes de trabajo e invierte en infraestructura que mejore los servicios de todos los habitantes del país. La infraestructura no solo son carreteras y puentes, también toda la obra pública que requiere el Estado para ser eficiente, para ser rentable, para dar soluciones definitivas al pueblo que necesita que sus impuestos se utilicen de la mejor manera posible.

¡Guatemala es primero!

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