Javier Monterroso
La reciente discusión sobre la ley de la juventud en el Congreso de la República saco a flote la doble moral de la derecha guatemalteca, que propugna por un liberalismo extremo en materia económica pero cuando se trata de temas sexuales y de derechos humanos, incluso los más básicos derechos individuales, es conservadora y cachureca.
Entiendo el papel de las iglesias que descansan su doctrina en un código moral propio de lo que Foucault denomina instituciones totales, con ellas no se puede dialogar sobre varios temas pues es un dogma de su creencia y rompe ideologías incluso de los curas más izquierdistas como Álvaro Ramazzini, el adalid de la lucha contra la minería a cielo abierto pero que en temas como la educación sexual a los adolescentes patina igual que todos los miembros del clero.
Pero lo que es totalmente incongruente es que los llamados “libertarios” que defienden los principios de las revoluciones liberales, la obra de Montesquieu y el libre mercado, formados en la Landívar o en la Marroquín, esos que hablan contra el socialismo del siglo XXI se opongan a que los jóvenes tengan educación sexual y acceso a métodos anticonceptivos y por otro lado apoyen la aplicación de la pena de muerte.
Parece que su formación fue incompleta o que solo aplican aquello que les conviene de las doctrinas a las cuales dicen ser adeptos, un verdadero liberal se opondría a la pena de muerte pues es darle poder al Estado para decidir sobre la vida de un individuo, y le debería de importar que en toda Latinoamérica el único país que aún tiene y aplica la pena de muerte es una dictadura comunista como Cuba.
Pero también es ilógica la posición de las organizaciones liberales de jóvenes como el Movimiento Cívico Nacional o Jóvenes por Guatemala que se oponen a que los jóvenes tengan educación sexual y acceso a los anticonceptivos, en este país ultraconservador y religioso donde la mayoría de padres de familia nunca hablan con sus hijos sobre temas de sexualidad o lo hace bajo la doble moral de la abstinencia, donde todavía se juzga a la mujer por no mantener su virginidad hasta la mayoría de edad, y donde miles de adolescentes resultan embarazadas es fundamental que los jóvenes tengan conocimiento sobre su sexualidad y que además tengan acceso pleno a condones.
Es lamentable que el “liberalismo a la tortrix” que enseñan en la UFM y en los tanques de pensamiento “liberales” de Guatemala mantengan ese doble discurso, bien nos vendría como país que los verdaderos principios liberales fueran una bandera de lucha de la derecha y que no siguiéramos discutiendo por temas que ya están superados en todos los países modernos como la pena de muerte y el acceso a anticonceptivos.