*Isabel Pinillos
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La semana pasada hablé sobre el arranque de la carrera presidencial en Estados Unidos en el estado de Iowa. Ayer fue el estado de New Hampshire que le siguió, reconfigurando los resultados de los candidatos. Del lado republicano, fue Donald Trump quien logró encabezar el listado con un 35%. Este era el resultado deseado por Trump, después de un segundo lugar en Iowa.
Hoy las luces están sobre el Senador Bernie Sanders, quien anoche logró una victoria abrumadora con 60% de los votos de los demócratas. Si Hillary Clinton pensaba que tenía ganada su candidatura, podría pasarle las de la liebre con la tortuga.
Pero ¿Quién es este senador setentañero que anteriormente era independiente y que decidió postularse hace sólo nueve meses sin partido y sin dinero? Sanders se presenta como una alternativa a la “antigua política”, una tendencia ahora en el continente, quien adoptó el partido demócrata y se jacta de no recibir ni un centavo de las grandes corporaciones. A pesar de ello, a la fecha ha logrado reunir 3.5 millones de dólares en donaciones hechas por personas individuales, de montos promedio de $27. Este monto es muy por debajo del promedio de otros candidatos, lo que dice mucho sobre el nivel económico de su electorado. El uso eficiente de redes sociales ha logrado que en sus mítines logre reunir hasta 20 mil personas, superando la concurrencia lograda por Clinton.
En su política doméstica su discurso se caracteriza por atacar incendiariamente al “establishment” y las grandes corporaciones. Su popularidad entre las masas trabajadoras y la juventud en general, se debe a que ha proclamado la reducción de la desigualdad económica; también el racismo, la educación superior gratuita, la salud como derecho humano y el control del cambio climático.
Si Hillary es vinculada a la “vieja política”, Sanders tiene un mensaje “progresista” -y algunos hasta lo clasifican de socialista. Sus propuestas son directas y tiene una respuesta práctica para todo. Cuando se le pregunta cómo piensa pagar por todo lo que ofrece, contesta enérgicamente que serán las grandes corporaciones de Wall Street que causaron la debacle financiera de hace unos años, quienes ahora deben recompensar a la clase trabajadora.
Particularmente, llama mucho la atención su política exterior que afectaría a más de 2 millones de guatemaltecos. En este tema, Bernie Sanders ha dicho que cree en una reforma migratoria integral, la cual cabe decir que durante el gobierno de Obama fracasó en el Congreso por la división creada entre los dos partidos. No obstante, mientras se logren los consensos para lograr dicha reforma, apoya las acciones ejecutivas como las que Obama propuso el año pasado, que actualmente se encuentran en debate en la Corte Suprema. No solo las apoya, sino que el senador las ampliaría aún más en el sentido de que incluiría a los padres de los beneficiados, tendría reglas más claras sobre los períodos para su aplicación y eliminaría las multas y penalidades que hacen que dichas medidas no sean accesibles para muchos.
Según Sanders, su política migratoria estaría orientada a la reunificación de las familias, y en revertir el proceso de “militarización” de las fronteras. Eliminaría los centros de detenciones privados que lucran de la inmigración irregular, y buscaría un tratamiento más humano para los indocumentados.
Quizás suene demasiado bueno para ser verdad, pero últimamente hemos visto sorpresas en la región. Lo cierto es que debemos seguir de cerca su desenvolvimiento en las elecciones que siguen en el resto de los estados. Mientras tanto, ha captado nuestra atención sobre lo que dice que quiere hacer con respecto a los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.
*Puente Norte