El reclutamiento que ha emprendido el partido oficial para aumentar su bancada con diputados tránsfugas ha sido un claro mensaje a la población de que la «nueva» política no se distingue en nada de la vieja y que, por el contrario, viene con más ímpetu y descaro para realizar los mismos movimientos perversos que han causado tanta decepción entre los ciudadanos guatemaltecos. De nada sirve recordar los ofrecimientos y promesas de campaña, puesto que ya vimos que, además, se utiliza la retórica para justificar la burla y se hace con toda la tranquilidad del mundo, sin siquiera despeinarse ni inmutarse, porque no les preocupa la reacción ciudadana.

No puede haber mayor burla a la gente que la aprobación de una ley que pretende eliminar el transfuguismo, pero que aún antes de cobrar vigencia deja abiertas de par en par para el descarado negocio de compra venta de conciencias. No se trata simplemente, como dicen algunos igualmente cínicos, de una lógica acción de diputados que pretenden asegurar sus reelecciones, puesto que todos sabemos que en la compra de diputados hay dinero contante y sonante y lo mismo que hizo Baldizón, estando en la oposición, está haciendo ahora el oficialismo que anda con su bolsa de compras sonando tusas entre el abundante ganado flaco (flaco en términos de ética y decencia), que pulula por el Congreso de la República.

Ya vimos que el gobierno tiene respuesta para todo. Lo mismo para la donación de medicinas e insumos vencidos o por vencerse que para justificar la compra de diputados para hacer crecer su bancada. Si los votos en el Congreso no se van a lograr por convencimiento y usando razones lógicas y valederas, entonces se explica que tengan que andar comprando tránsfugas y lo seguirán haciendo aunque nominalmente siguieran en otras bancadas por imperio de una ley que, sin duda, se pasan todos por el arco del triunfo.

El presidente Morales tuvo la oportunidad de disponer, en vez de diputados tránsfugas, del sólido respaldo de una población dispuesta a salir a la calle y tomar la plaza para presionar al Congreso a efecto de que legislen en dirección del interés nacional y del bien común. Pero va quedando la sensación de que prefirió buscar una mayoría comprando diputados, que igual se venderán al mejor postor en el futuro porque son gallinas que comen huevo, en vez de buscar una alianza con la gente. Morales no entendió el momento histórico que se vivía y el respaldo que le pudo servir para arrinconar a un Congreso deleznable con la fuerza moral del apoyo del pueblo.

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