Dentro del planteamiento teórico de la economía de libre mercado, cualquier tipo de subsidio es una distorsión que tiene que ser eliminada porque rompe con las leyes de mercado e impide que la mano invisible, tan apreciada, haga su labor de modelar todo el modelo económico en una sociedad. Las empresas ineficientes, aquella que para sobrevivir necesitan de un subsidio, deben desaparecer según lo que se enseña con apego a los dogmas económicos que se pregonan en los centros de estudio que enseñan desde el punto de vista académico los principios fundamentales del libre comercio.

Se firmó la semana pasada el que posiblemente se convierta en el más importante tratado de libre comercio, el Acuerdo de Asociación Transpacífico, que reúne a doce economías que en conjunto representan un poco menos de la mitad del comercio mundial, incluyendo a varias que han centrado su esfuerzo en la industria textil y de maquilas, misma que tanto interesa a los grupos que están promoviendo nuevas exoneraciones para subsidiar a quienes están operando en el país y para atraer, según ellos, nuevas inversiones.

Mencionamos la existencia del acuerdo Transpacífico porque tendrá un efecto serio en nuestra capacidad para competir y atraer inversiones, porque los países asiáticos no dependerán de las ventajas que ofrece el Tratado de Libre Comercio que existe con nuestra región, por lo que el tema de los subsidios tiene que verse no sólo desde el punto de vista de la doble moral de los que tanto habla de libre mercado, sino desde el punto de vista práctico porque nuestra capacidad de atraer inversiones se verá seriamente mermado por ese nuevo megatratado que quedó suscrito la semana pasada.

Pero volviendo al tema de lo que enseñan a los alumnos de los centros donde se propaga la teoría de libre mercado, es curioso ver cómo los que exigen que el Estado no meta las manos en asuntos económicos no sólo se hacen de la vista gorda cuando tienen que pedir subsidios, sino que se olvidan de lo que les enseñaron en cuanto a que las empresas ineficientes que no pueden competir sin subsidios tienen que desaparecer.

Es impresionante cómo el discurso se olvida de fácil cuando se trata de sacarle provecho como buscadores de rentas a toda posibilidad de que, mediante intervenciones estatales se disponga otorgar facilidades. La eliminación de impuestos, temporal o definitiva, para una actividad económica es un subsidio, como lo es que, por decreto, se disponga abaratar el precio de la mano de obra o cambiar el valor de la moneda.

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