Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@gmail.com

Las redes sociales han puesto en discusión la “moralidad” de un programa de televisión infantil, Pepa la cerdita. Expertos, muy ocupados y preocupados por resguardar las buenas costumbres en las familias del mundo, han analizado esta caricatura y dado una señal de alerta a padres y madres para que eviten que sus hijos lo vean.

“Tergiversan los roles de género”, “Inducen la orientación sexual de los niños”, afirman. La información ha circulado y mucho. Las opiniones de los preocupados padres no paran: “Es una barbaridad que existan este tipo de programas”. “Por eso estamos como estamos”. “Deberían demandar, no mejor aún encarcelar a los depravados que lo crearon”.

Más allá de las redes sociales, esta semana un programa matutino de radio dedicó su tiempo al tema. Madres y padres llamaban por teléfono criticando ese dibujo animado que además de trastornar la sexualidad de los niños y niñas, los volvía malcriados.

“Hay que ver”, decía una oyente, “que esa cochinita siempre opina”… dijo opina, sí, eso dijo. “Es un mal ejemplo para las niñas, ven que ella no se queda callada y no acepta los argumentos de los mayores”.
Lo apagué.

Luego de un rato vino a mi mente la historia de Barney, si el dinosaurio lila a quien acusaron, como si valiera tal cosa (escribí ese juicio o sólo lo pensé) de homosexual, huyyyy. Después recordé que hace muchos años, decían que al escuchar los discos –claro de acetato–, al revés, se oían mensajes satánicos. Nunca escuché nada, pero si arruiné más de un disco de mi hermano mayor.

Esta semana quienes resguardan la moral guatemalteca, ¡qué tal suena eso eh!, lograron que se cancelara un evento que abordaría el tema más horrendo y sucio que puede existir en el mundo mundial: sexualidad. Lo digo peor, un espacio en el cual la palabra sexo, sería pronunciada muchísimas veces. Dios nos libre.

Es que por permitir este tipo de cosas las niñas se embarazan a los 14 o a los 17. Upps. Juro que escuché a alguien decir esto.

Y es que prohibiendo este tipo de eventos, las caricaturas donde los niños (cerditos pues) cuestionan, que se imparta educación sexual en las escuelas y colegios y la venta de preservativos, vamos a reducir los índices de embarazo adolescente en el país. Ya no habrá enfermedades de transmisión sexual. No más gays. Y de colada, las niñas serán sumisas, buenas mujeres pues, de esas que callan y otorgan y luego mueren… Disculpen, me adelanté, ese será el titular de una nota roja con el paso del tiempo.

Luego de todo esto, me siento terriblemente mal. Soy una mala madre y una mala persona. Por eso, nunca más veré junto a mi hija dibujos animados como estos, en donde además los cerdos hablan ¿algo torcido ha de haber acá? No volveré a insistir en que se incluya dentro del pénsum de estudios la educación sexual, ni consideraré el uso de un preservativo. Quizá por mi culpa, por mi gran culpa, y la suya –no se haga el loco–, este país está en el acabose.

No volveré a escribir la S pegada a la E ni le agregaré luego XO, voy a reformarme, conformarme… enfermarme…

Ahora haga como yo, hínquese, rece, ore, fustíguese y por ningún motivo intente reproducirse, excitarse, distraerse y vivir, no sea cochino. En este país se vela por la moral. Apague la tele.

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