Roberto Arias

Es necesario recapitular sobre la trayectoria de Álvaro Arzú como hombre público, como político y como burócrata, quien ha medrado por todo el ámbito de la política nacional haciéndose archimillonario de la nada, más que cuando inició su carrera burocrática al conseguir el puesto de Director de Turismo, posición que le dieron por ser su suegro Raúl García Granados, uno de los poderosos de esa época en Guatemala; y no precisamente por su alto nivel de capacidad.

Álvaro Arzú no tiene estudios universitarios, lo que demuestra que el conocimiento nada vale para ser un político astuto y marrullero y, saber aprovechar lo cegatón de un pueblo sumiso que ni siquiera sabe que tiene el derecho y toda la autoridad soberana para exigir cuentas de qué es lo que se hace con su patrimonio. De allí la asombrosa riqueza que adquirió este demoniaco personaje a través del tiempo que lleva enquistado en y detrás del poder, sin dar cuentas de algo a la ciudadanía o a nadie. Por el contrario, nadie se atreve a exigirle cuentas de los multimillones de dólares pertenecientes al Estado y al pueblo de Guatemala, que con harta probabilidad se ha embolsado a través de casi tres décadas de medrar por todo el ámbito político.

Es sumamente extraño que Iván Velásquez con la CICIG haya intervenido para auscultar el ritmo de corrupción en algunas municipalidades, descubriendo que en muchas de ellas existen casos muy graves de corrupción e impunidad y que sin embargo no haya tocado al intocable Álvaro Arzú Irigoyen, de quien todos los guatemaltecos sabemos por instinto, que es una de las personas más corruptas y nefastas para el país que han medrado en el ámbito nacional. Los capitalinos todo se lo permiten sin chistar. Es difícil entender a los congéneres ciudadanos.

Recuerde el lector los desmanes que hizo siendo presidente de la república. Justo después de asumir el puesto, su guardia asesinó a un pobre repartidor de leche en la Antigua Guatemala. El asesinato de monseñor Gerardi ocurrió durante su gestión presidencial, acto realizado también por su guardia presidencial, de lo cual él tuvo qué conocer por asunto de jerarquías, siendo él el Comandante General del Ejército. Todo eso el pueblo se lo ha tragado con todo y anzuelo en alabanza a la impunidad.

El ferrocarril; la Telefónica nacional; la Empresa Eléctrica; Indeca con sus fincas y silos en toda la República; etc., etc. fueron “privatizados” por este mismo sujeto y la población también se lo tragó con todo y anzuelo, hilo y caña.

Quizás por medio de Iván Velásquez y la CICIG, los guatemaltecos pudieran recuperar algo de la dignidad y del patrimonio nacional que este supuesto servidor público les ha sustraído impunemente. Ya es la hora de comenzar a ajustar cuentas con los malandrines que por muchos años han succionado de la teta del Estado y que se siguen riendo de la absoluta indiferencia que los ciudadanos guatemaltecos han demostrado ante estos innombrables agravios.

Los ciudadanos esperamos su respuesta, Iván Velásquez.

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