Pedro Pablo Solares – Puente Norte
@pepsol

La semana pasada Puente Norte planteó en este espacio la importancia de que Guatemala disponga de una política integral de Estado que aborde las migraciones, en vez de continuar con la sola aplicación de medidas individuales para aliviar necesidades aisladas derivadas de una movilidad humana que, en nuestro país, cobra creciente relevancia.

Planteada la importancia de ésta, me permito apuntar algunos contenidos macro que puede abordar nuestra política migratoria integral:

En primer lugar, impera la necesidad de obtener y documentar sistemáticamente datos que conformen un primer mapa migratorio oficial. Tengo certeza de que un esfuerzo técnico arrojaría datos sorprendentes sobre la cantidad de guatemaltecos que realmente se encuentran en el exterior. Como en todo tema de nación, se hacen necesarios también, datos cualitativos, como género, edad, procedencia étnica, educación y situación económica de la población.

Esta fotografía será esencial para reorientar algunas decisiones de gobierno. En mi experiencia he podido conocer que las necesidades del migrante usualmente son distintas a aquellas que tienen los miembros de sus comunidades de origen. Una vez en el exterior, el guatemalteco adquiere un nuevo estilo de vida con necesidades muy concretas. Por ejemplo, para ellos, el tiempo y la distancia suelen costar dinero. Datos reales podrían revelar que la mayoría preferiría pagar más al Estado por servicios móviles que se acerquen más a su área, en lugar de precios bajos o gratuitos, pero de acceso costoso y limitado. Hoy día, muchos conciudadanos pagan hasta $500 sólo para transportarse a las sedes consulares –fijas o móviles–, además de perder tiempo de trabajo. Si se acercaran los servicios a las comunidades alejadas, no sólo se cubriría una necesidad básica, sino cabría preguntarse, ¿cuántos recursos adicionales podría recaudar el Estado?

Seguidamente impera replantear la parte orgánica estatal. Es inverosímil que en un país con tanta movilidad humana, las decisiones de Estado sobre migraciones topen a nivel viceministerial. Las primeras aproximaciones van revelando la necesidad de crear un ente focalizado que coloque al migrante como eje transversal de gobierno, con incidencia sobre las demás áreas de ejecución, como desarrollo, educación, trabajo, seguridad, salud, vivienda, economía y ambiente. El presidente Morales ha reiterado su deseo de fortalecer la nación para evitar que más personas se vean obligadas a emigrar, y que quienes viven afuera puedan retornar. Si acaso pudiera aspirarse a que esto fuera una realidad, cada ministerio de gobierno deberá integrarse a la agenda migratoria.

Un tercer contenido debe buscar la confluencia de todos los sectores nacionales para discutir la problemática migratoria y abrir espacios políticos y cívicos a la población que radica en el extranjero. En esta etapa se buscaría visualizar al migrante como un valioso actor de desarrollo que podría coadyuvar a la solución de muchos de los problemas nacionales para los que nuestro empobrecido gobierno no tiene recursos.

La falta de tratamiento de nuestras migraciones ya llegó a estallar en el extranjero, y contribuyó a catalogarnos peligrosamente como un Estado fallido que amenaza la seguridad interna de nuestros vecinos. Esta situación ha presionado a que Estados Unidos busque participar en nuestro desarrollo institucional, lo cual desencuadra el concepto mismo de soberanía, y puede replicar los intentos fallidos de implementar modelos que no necesariamente encajan en nuestras culturas.

Ha llegado el momento de crear nuestra política migratoria nacional. El nuevo gobierno ha dado muestras de voluntad para mejorar la atención hacia los migrantes. Pero la problemática migratoria ha llegado a rebasar esa esfera y los planes aislados sin rumbo definido estarán destinados a sumarse a la lista de “buenas ideas” que, como otras en el pasado, han fracasado por la falta de abordamiento desde una perspectiva profesional e integral.

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