No cabe la menor duda que en el corto plazo y como única salida para la crisis financiera que agobia al Estado, el gobierno del presidente Morales no tiene otro camino que el de la emisión de Bonos del Tesoro para enfrentar el pago de las obligaciones del Estado aunque sea mediante el procedimiento de aumentar el monto de la deuda pública. Algunos técnicos sostienen que Guatemala aún tiene capacidad de endeudamiento si se compara el monto del adeudo actual con el Producto Interno Bruto, pero es importante hacer la comparación con nuestro nivel de recaudación porque eso es lo que determina nuestra capacidad de pago y no simplemente la cifra del PIB.
Entendiendo la coyuntura y las dificultades que encuentra el gobierno al abrir la caja fiscal, no queda otra que el endeudamiento para no incurrir en el impago de las cuentas oficiales, pero obviamente eso no puede ser la solución porque apenas es una salida en el corto plazo. Lo que se impone es un amplio debate nacional sobre el tema fiscal, para definir estrategias futuras respecto al tema financiero y en ese sentido obviamente no quedan más que dos salidas. O se reducen drásticamente los gastos para ajustarlos a la capacidad de recaudación, o se aumenta la recaudación para mantener el ritmo de gasto o aún aumentarlo de acuerdo a estrategias de desarrollo que requieren inversiones relativamente fuertes.
El problema actual está en que el Estado recauda para ir financiando un creciente gasto de funcionamiento que se ha visto afectado seriamente por decisiones irresponsables de funcionarios que empeñaron nuestro futuro suscribiendo pactos colectivos insostenibles. En el Congreso los trabajadores han recibido aumentos equivalentes a más de dos veces y media su salario inicial simplemente por virtud de una indexación de 10 por ciento anual, muy superior a la tasa de inflación que el país ha vivido. No quedan recursos, entonces, para financiar el desarrollo, para invertir en nuestra gente y promover mejoras en su salud, educación y seguridad, porque todo el dinero va para las planillas de sueldos y el resto se lo come la corrupción.
Un acuerdo nacional sobre calidad de gasto y aumento de ingresos tiene que ser un objetivo claro. A debate las formas de lograr ambos resultados, es decir, cuáles son los gastos que se tienen que readecuar y de dónde pueden provenir ingresos adicionales, sea porque se aumenta la carga a los contribuyentes actuales o se amplía la base tributaria mediante una progresiva formalización de la economía nacional.
Opciones hay, pero es preciso fijarse objetivos y convocar al diálogo entre todos los sectores.