Edith González

“La vida debe caracterizarse por un sentido de responsabilidad universal”
Dalai Lama

El término  debe ser entendido como el  derecho de todas las personas a tener una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada y suficiente.  El concepto  se usa  a partir de 1974 por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).   Y fue marcado desde   1924  como un  derecho fundamental  del ser humano.

En la década de los ochenta  lo  trasforman en una “capacidad”, trasladando la responsabilidad  de  su alimentación  al individuo y dejando al Estado  fuera. Según  Amartya Sen (1982), quien criticó esta postura desde la ética, la economía y la política, la seguridad alimentaria  no depende de la producción agroalimentaria, sino del acceso  que una y todas las personas puedan tener a la alimentación.

Para apoyar su afirmación estudió las hambrunas en diferentes tiempos y culturas  y descubrió  que en todos los casos los alimentos estaban potencialmente disponibles en forma de cosechas o de stocks exportables, pero no fueron accesibles a una parte de la población, la que padeció hambre. Llegando a concluir  que en ninguna hambruna muere “la población” sino  sólo mueren los pobres, los que no pueden acceder a los alimentos por falta de: disponibilidad, suficiencia, estabilidad, autonomía, sustentabilidad, acceso, precios de mercado, ingresos, políticas públicas de Estado, estrategias de consumo, prácticas, diversificación de recursos, diversificación del abasto, manejo de la composición familiar, autoexplotación, representaciones, principios de inclusión de los alimentos, comensalidad,   lo que nos deja un  amplio espectro para  trabajar cualquier proyecto que busque eliminar al desnutrición en nuestro país.

Ya que la alimentación según Sen  depende del derecho de una persona a acceder a un conjunto de bienes y servicios alternativos, el que  opera a través del ingreso real. O sea de lo que puede pagar con   lo  que recibe.

Es importante en este momento de la historia del país,  conocer, discutir  y diseñar políticas que  cambien el rumbo, cuando recién  se   conocen “los salarios diferenciados” de los trabajadores del Congreso de la República y  se discute sobre los salarios diferenciados  para cuatro municipios, los que ni por asomo llegan a equipararse con  la canasta  básica, pues no lo hace  ni  el salario mínimo,  y hacer conciencia de esas diferencias que  representan, la exclusión de un amplio sector de la población  que padece hambre, lo que representa  un atentado a la libertad y a la vida.

Por ello se debe  realizar un trabajo real y verdadero para reducir la desnutrición  y asegurar la alimentación de todos los guatemaltecos, especialmente de los más vulnerables, para con los que la sociedad tiene una deuda pendiente que ya va siendo hora que pague.

Un nuevo gobierno, nuevos proyectos, nuevos sueños  que se construyen,  esperando que  ahora sí finalmente,  se tenga una preocupación real y un extenso trabajo para reducir la pobreza y atender la seguridad alimentaria, la que por supuesto incluye el trabajo de todos.

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