Alfonso Mata

Semanas en que no trabajan servicios, escasez de insumos, pagos atrasados, corrupción y robos, es una situación normal, aunque deficiente y anómala, de operar de los hospitales nacionales desde siempre, producto de una forma inestable de conceptualizar, administrar y operar que causa insuficiente cobertura y calidad. ¿Eterna crisis? ¡No! En el sistema, siempre alguno de sus equipos (proveeduría, recurso humano, organización, administración) cae en una situación más profunda en sus “déficit regulares” e incrementa si disfuncionalidad, generando más inestabilidad y afectando los servicios en todos sus sentidos.

Pensar en una solución a eso, no resulta fácil, dado que los hospitales, son parte de un sistema que funciona con poca eficiencia, en el resto de sus niveles operativos y administrativos. El congestionamiento de enfermos en los hospitales, viene a ser un indicador de la poca eficiencia de los servicios sanitarios y preventivos locales, y eso no solo en nuestra tierra; en países más organizados que el nuestro se ha encontrado que un 30% de la demanda atendida en los hospitales, no debería ser atendida por éstos, sino por los servicios sanitarios y promocionales y un 20% del paciente hospitalario, si se hubiera detectado y atendido a tiempo, no necesitaría atención hospitalaria.

El problema hospitalario, no resuelve con soluciones inmediatas y puntuales, eso soluciona temporalmente crisis específicas. Se necesita de una solución organizada para los cuarenta y pico de hospitales nacionales, y acá planteamos la posibilidad de transformarlos para eso, en hospitales escuela-universitarios, solución en lo político, social y salubrista. ¿Con qué fin? con el de evitar pérdidas innecesarias de vidas, de dinero, atenciones inadecuadas, y controlar conflictos y malas prácticas, aumentar calidad y coberturas.

No están listos los hospitales para transformarse en escuelas de enseñanza -es lo que usted piensa y qué tal si piensa al revés, adecuarlos a través de la mediación universitaria, para que los recursos de éstas, enriquezcan la funcionalidad de los servicios y la atención a los enfermos, con docencia e investigación y procesos estandarizados y probados de atención.

Pero ojo, la responsabilidad de un hospital escuela, no debería ser obligación de una disciplina, como la medicina, sino de “toda” la universidad y en principio implica -tarea no fácil- articular dos organizaciones, cada una de ellas muy compleja, cuya mira estaría en redefinir funciones, principios, reorganización de su estructura y forma de administración.

De ser un lugar de reclusión de carencias, de ser un lugar con prestaciones parciales e incompletas y resolución de problemas de salud, muchas veces a medias o nulos, los hospitales bajo la misión de las universidades, deberían transformarse en unidades científico-técnicas, escenario fundamental para el desarrollo de la acción terapéutica, productora de conocimientos y recreadora de prácticas no solo terapéuticas, sino de todas las formas profesionales, que tienen que ver con la salud y el bienestar del individuo y también con lo social y administrativo.

Tanto el sistema de salud, como las universidades, en la actualidad, en su trabajo hospitalario, han demostrado una dinámica organizativa y un accionar inadecuado o al menos ineficiente, en muchos campos de su actuar. El siglo XX y lo que va del XXI, han sido testigos de los grandes esfuerzos encaminados al mejoramiento de la educación médica y de la organización hospitalaria, esfuerzos que se han acompañado de radicales cambios en el paradigma de la atención y prestación de servicios. Esta actividad de mejoramiento, refleja el interés de la sociedad y los diferentes protagonistas del Estado-sociedad; pero, la adecuada integración de esfuerzos en pro del mejoramiento social, ha fallado, en función de velar por uno de los bienes y derechos más valorado por el ser humano, como es la de dar salud.

A lo largo de las reformas de salud, numerosos salubristas e instituciones, han generado múltiples propuestas para resolver el problema hospitalario, en ocasiones convirtiéndose en una lucha, en momentos sin sentido, entre las diversas tendencias que defienden sus posiciones, muchas veces sin contar con evidencias probadas de sus aciertos. Ya es hora que Estado y universidad se sienten para asegurar y recomendar que educación investigación y servicios hospitalarios, se deben integrar a la salud, su promoción y prevención; los valores éticos y morales, las habilidades de comunicación, el profesionalismo es y debe orientar la solución de las crisis y el desarrollo de métodos activos y autodirigidos, para promover la capacidad de las instituciones y los servicios sociales y la formación profesional de la mano. Alianzas y despolitización, son la única forma de salvar la red hospitalaria.

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