El pasado fin de semana falleció nuestro estimado amigo y muy antiguo colaborador de La Hora, don Juan de Dios Rojas, quien por varios años abordó con mucha mesura y seriedad los diversos tópicos de la actualidad nacional, aportando luces e ideas respecto a la necesidad de construir una patria diferente en la que se pusiera fin a la exclusión y las injusticias.

Hombre callado y de una extraordinaria educación, Juan de Dios venía semanalmente a dejar sus colaboraciones y durante muchos años en esas periódicas visitas conversaba con el personal de La Hora y con sus directores. Mantuvo una estrecha comunicación con Oscar Marroquín Rojas, luego con su hijo Oscar Clemente Marroquín y con José Carlos Marroquín, por quien siempre preguntaba muy deferentemente cuando éste tuvo que partir de Guatemala a buscar asilo político luego de serias amenazas contra su vida.

No era un hombre de polémica ni de confrontación sino que, todo lo contrario, buscaba convencer a través de razonamientos en los que nunca apeló a la descalificación ni al insulto, siendo un ejemplo de caballerosidad en todo el sentido de la palabra. Hubo épocas en las que publicaba varios artículos semanales y siempre con esa tónica propositiva, firme en señalar las lacras sociales que nos aquejan, pero enfatizando en la parte estructural de los problemas más que en la parte personal.

Era del tipo de gente convencida de que los problemas del país no se van a resolver por el señalamiento de hechos escandalosos que se vuelven comidilla, y nada más, por esa característica tan chapina de entretenerse con el chambre, dejando por un lado los aspectos más de fondo. Él sabía que la corrupción, uno de los vicios que más destacó, era parte del sistema y que al margen de los corruptos de turno, a quienes había que castigar sin duda, era importante poner el ojo en las causas que alientan una podredumbre tan generalizada.

Nunca le escuchamos una palabra fuera de tono y menos pudimos hallar alguna en sus abundantes escritos, pero siempre fue enfático en señalar los vicios que como sociedad nos consumen. Por supuesto que hay columnistas más llamativos porque saben tocar la fibra de esos escándalos que inmediatamente atraen la atención del público, capaces por lo tanto de destruir personas, pero no de destruir un modelo perverso que hará que la persona destruida sea sustituida por otra que llega a hacer lo mismo o peores cosas.

Hacía semanas que no venía a La Hora sino enviaba su material y ahora lamentamos no sólo la falta de esas gratas visitas, sino su semanal columna. Descanse en paz nuestro amigo Juan de Dios Rojas.

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