René Arturo Villegas Lara

En estos días se ha celebrado el aniversario de la TGW, la radio nacional de Guatemala. En mi infancia y muchos años después, esta radio oficial era la que se escuchaba con mayor facilidad en los radios que habían en algunas casas, radios de tubos que se encendían con acumuladores, pues no había energía eléctrica, la que llegó a mi pueblo hasta 1949, gracias a un motorón de diésel que solo lo encendían de 5 de la tarde a 10 de la noche. Por ese horario, el programa obligado y que más nos deleitaba era el de la nacionalidad guatemalteca, o sea Chapinlandia, que en ese tiempo estaba a cargo de la Niña de Guatemala, dirigida por mi maestro de marimba en la Escuela Normal, Pastor Gabriel Mencos. Ese programa, antes de inaugurarse la luz, ya lo conocíamos porque era la audición obligada de las 4 de la tarde y de las 9 de la noche, aunque se descargaran los acumuladores. Y había otros programas de mucho público, como el radio teatro infantil, que dirigía doña Marta Bolaños de Prado. Don Augusto Cuellar, maestro de música y virtuoso del piano, también recuerdo que tuvo un programa acompañando a una cantante que, si no recuerdo mal, se llamaba Yudy Fuentes. Y allí actuaron también mis compañeros de estudio, Haroldo Robles y el Pescado Valdés. Claro que hubo otros programas de mucha popularidad y por años fue la ventana por donde se dieron a conocer artistas de la canción popular, como Juan de Dios Quezada, Dora Renne, Mildred Chávez, el trío Los Murciélagos, el trío Los Brujos, el trío Melódico y tantos otros de las décadas de los años 40 y 50, cuyas fotografías están colocada en una pared de las instalaciones de la TGW. Cuando ya era estudiante de magisterio y venía a la ciudad capital para inscribirme en el siguiente año lectivo, como la camioneta la abordaba en el mesón Concordia, en la 17 calle, mientras llegaba la hora de partir me iba a la TGW y cómodamente sentado en las sillas que bordeaban el Salón de Cristal, uno pasaba placenteros minutos escuchando a los maestros de la locución anunciando los programas en turno y conociendo a los artistas en sus actuaciones. Recuerdo a Otto René Mancilla, a Mario Mendoza Hidalgo, a Antonio Almorza, a Poncho Sifontes y tanto otros que ya no retengo en mi memoria. Mancilla fue famoso porque era quien anunciaba los golpes de Estado y por eso se le conocía como la Voz del Golpe. Uno sólo escuchaba su voz, la orden para las radios restantes de entrar en cadena y luego el sonsonete de la marimba, para saber que el gobierno se había venido al suelo o al menos que se suspendían las garantías, decretando el estado de sitio. Hubo otras radios conocidas, algunas ya desaparecidas, como la Radio Ciros, en donde destacaba el vozarrón de Pedro Pablo Valdés Díaz, anunciando las melodías que interpretaba la recordada marimba Maderas que Cantan, dirigida por Chema Girón, o la radio Panamericana que nos permitía conocer exquisita música con la orquesta de Glen Miller. Después vinieron La Voz de las Américas, la Radio Nuevo Mundo y ahora ya no alcanza el cuadrante para identificar a tanta empresa radial. No obstante, la TGW sigue siendo la TGW y a pesar de las modificaciones que el tiempo exige en la labor radial, sigue siendo la ventana de la nacionalidad con el programa Chapinlandia, aunque ya no esté La Niña de Guatemala, que se fue de allí cuando terminó el segundo y último gobierno de la Revolución, porque Pastor declaró que colgaba las baquetas para defender al gobierno. Y debe saber usted, querido lector, que La Niña de Guatemala vive en una casa de Villanueva, en poder de una hija heredera del maestro propietario, quien se niega a venderla porque es un recuerdo de su padre; pero, la TGW debiera tratar de adquirirla porque junto a viejas tornamesas, discos de antaño, micrófonos de gran peso y demás aparatos de la época, son patrimonio histórico de la radio que está cumpliendo años. Felicitaciones a quienes siguen sosteniendo ese patrimonio nacional.

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