Isabel Pinillos
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El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, viene a Guatemala con motivo de la toma de posesión de Jimmy Morales en la primera magistratura del país.
El honor que nos visite un vicemandatario de esa nación después de 30 años, lejos de tratarse de una cortesía diplomática, es un claro mensaje del vecino grande, quien viene a hacer presencia a una región declarada como prioridad de Estado para ese país. Y no es casualidad que estemos en el “top 5” de las prioridades de agenda en sus asuntos de política exterior, ya que por desgracia, realmente desean ver menos de nuestros compatriotas ingresando de manera irregular a su país.
Así pues, Joe Biden se presenta como capitán del equipo del Triángulo Norte, para darle la bienvenida al nuevo integrante del equipo, Jimmy Morales, e incorporarlo al plan regional. Su agenda se centrará en temas de seguridad nacional y fronteriza, para lo cual se hará acompañar de Jeh Johnson y Thomas Shannon.
Recordemos que la toma de posesión se realiza una semana después de las primeras deportaciones masivas de centroamericanos desde EE. UU. A nosotros en la iniciativa Puente Norte han llegado informes de las comunidades afectadas por las redadas, en donde las familias indocumentadas ya no salen de sus viviendas para ir al trabajo. Las fábricas están sin trabajadores y las iglesias vacías, causando un clima de miedo y angustia en las comunidades.
Las deportaciones afectarán negativamente la economía en ambos países. Dejarán de mantener a sus familias directas, las empresas donde laboran se quedarán sin empleados, pero además dejarán de enviar remesas a sus lugares de origen. Esto se da dentro del contexto de un país económicamente debilitado y con una pobreza en crecimiento.
Las actuales deportaciones son producto de una estrategia comunicacional para contener la migración tras la crisis de menores no acompañadas en 2014 y con un nuevo registro creciente en 2015. En Estados Unidos, tanto senadores republicanos como demócratas han condenado la medida. En parte, se ha temido a que en dichas redadas se violen derechos humanos de las familias, las cuales Hilary Clinton ha descrito como “deportaciones masivas» que siembran «división y temor».
Es innegable que ante un año electoral, el tema de inmigración será crucial. La reforma migratoria propuesta por Obama en 2014 es obsoleta en este panorama, y se quedará engavetada, después de que los atentados terroristas en diferentes partes del mundo han generado temor, polarización y sentimientos antiinmigrantes entre los ciudadanos de ese país. En su lugar, se han creado medidas para causar pánico a los indocumentados y desincentivar el paso hacia Estados Unidos. Desde hace meses, quienes son atrapados en la frontera lo han venido confirmando, al decir que ahora “nadie está pasando”.
Ante la visita de Biden, es importante que reconozcamos nuestro lugar ante esta potencia mundial, pero también es necesario que existan medidas de alivio para que nuestros países que ya están golpeados, no terminen en la lona derrotados. Además de exigir el respeto de los derechos humanos de nuestros connacionales, tanto en su ruta, su estadía y su regreso, debemos velar porque la “Alianza para la Prosperidad” se traduzca en verdad en prosperidad en la región, dándole protagonismo a las comunidades que más expulsan migración para que sean ellos los actores de su propio desarrollo.
Solamente cuando las personas tengan una razón para soñar con un futuro aquí, habrá posibilidades de detener a miles de personas resueltas a buscarlo en el Norte.

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