Rolando Alfaro A.
Dedicado a mis lectores –
La integridad del hombre se mide por su
conducta no por sus profesiones.
Juvenal
La República de Guatemala, en las últimas décadas ha venido sufriendo diversas clases de tragedias que a la fecha han sido imposibles de erradicar, dentro de éstas podemos citar la del desorden legislativo por falta de preparación y experiencia de sus diferentes funcionarios. Ello, ha dado un giro de anarquía, saqueos, robos, aumento de la delincuencia, inmoralidad y terribles evidencias de un analfabetismo político.
Asimismo, esas irregularidades han esquilmado al ciudadano común qué hasta unos días recientes ha mostrado su descontento.
Sin embargo, se desconoce el fin de la ley de leyes, como lo es la Constitución Política, y no digamos las innumerables normativas que no han merecido reformas legislativas sustanciales.
En ese sentido, muchas elecciones podrán realizarse, pero el resultado será el mismo.
Gobiernos van y gobiernos vienen y en el cielo se sostienen por esa falta de civismo de querer exclusivamente poseer el poder, pero sin programas políticos, sin funcionarios de experiencia, sin una formación que les permita tomar el rumbo que la Patria necesita.
Esta nueva serie de artículos, en consecuencia, tiene la finalidad de sugerir a los verdaderos guatemaltecos, bien nacidos y preparados para conducir la nave del país. El adoptar nuevas conductas que les permitan observar el panorama más claro que les despejen el camino de una nueva Nación.
-II-
El simple hecho de querer presumir con que ya se solucionó un problema de crisis institucional sin tan siquiera entregarle al ciudadano un verdadero resultado del trabajo desarrollado, es razón suficiente como para recordar aquellos tiempos que lo único que se hacía era destruirse unos a otros, sea con insultos, tragedias como las del Cambray II, ahora el Corredor Seco, luego, una pésima normativa que nos permita, en verdad, trabajar en paz.
Finalmente, nada podrá esperarse en este presente y en el futuro, si seguimos con el mismo juego de destruirse unos a otros y derribar al Estado de Derecho con falsos profetas.
Continúa