Alfonso Mata
Así es, no solo termina un año, termina un período de gobierno, el tiempo para el cumplimiento de las llamadas metas del desarrollo del milenio y los acuerdos de paz, un período de compromisos nacionales e internacionales en todos los campos del desarrollo humano, que iba dirigido a no escatimar esfuerzos para liberar a hombres, mujeres y niños guatemaltecos, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema.
¿Qué hemos dejado dentro del tintero?
El progreso ha sido desigual, las tasas de mortalidad infantil y materna han disminuido, pero ni la salud ni la calidad de vida de los sobrevivientes ha mejorado. Más de la mitad de la población se encuentra mal alimentada. En salud: las coberturas de vacunación se han deteriorado; el acceso al sistema de salud es limitado para un porcentaje alto de la población e inexistente para otro tanto; el combate contra enfermedades infecciosas y no infecciosas se ha estacionado, sin haberse logrado niveles de éxito al respecto; las desigualdades de género persisten; los conflictos sociales económicos y ambientales obligan a las personas a abandonar sus hogares y generan una conducta de violencia y la sostenibilidad del medio ambiente empeora. En otras palabras, las políticas de desarrollo social y económico y las ambientales, las inversiones en el desarrollo de los gobiernos des0de el año 2000 no han ocupado la atención, el espacio y el financiamiento esperado y el fortalecimiento de la acción para el desarrollo ha sido muy pobre e incluso en algunos casos limitado. La disponibilidad, fiabilidad, oportunidad y accesibilidad de los datos que apoyen la agenda para el desarrollo, ha continuado sin la debida atención.
¿Qué podemos hacer?
Necesitamos en primer lugar datos, disponibilidad de los mismos a la par de su fiabilidad, oportunidad y accesibilidad. Medir lo que se hace, lo que se necesita hacer, lo que se está dejando de hacer. Es una labor altamente técnica, que debe reflejar las complejas interacciones económicas, sociales y ambientales que se están dando en los diferentes estilos y calidad de vida de las sociedades guatemaltecas rurales y urbanas y limitando su calidad de vida. Esas realidades deben ser seguidas de políticas de Estado e intervenciones, que permitan cerrar las brechas existentes dentro de los grupos humanos nacionales, típicas de la historia y evolución del desarrollo rural y urbano marginal de nuestra nación.
Con carácter de urgencia: Declarar el combate a la pobreza es algo impostergable. Resulta paradójico que mientras la ONU declara que el rescate de personas pobres en América Latina ha sido superior al 50%, la Encovi 2014 nos señala que en Guatemala tal rescate no ha ocurrido, al contrario, para 2014, el 59.3% de la población se encontraba en pobreza, es decir, tenía ingresos por debajo del valor de la canasta básica. Situación que no ha mejorado ni para la población indígena que continúa siendo la más afectada, ni para la no indígena y eso en 18 departamentos. Igual situación se puede encontrar cuando se habla de extrema pobreza.
En esta perspectiva, la idea de una administración pública y privada honesta es de capital importancia, pero también el aumento de la inversión estatal en el desarrollo y la adecuada y suficiente transferencia tecnológica. Los procesos administrativos públicos para atender la pobreza son complicados y demandan de acción sobre los hechos, las cosas y las personas. Se necesita actuar al unísono sobre todo ello, buenas decisiones y estrategias más eficaces no basadas en puntos de vista caprichosos o basados en intereses propios que se han ido inculcando en la mente de los políticos como manera de obrar, sino en una operación que actúe cerrando las brechas en lo social, en lo económico, cultural que necesitan de nuevos avances para detener esas grandes fluctuaciones y contrastes en lo geográfico, social y cultural, que ha sido la eterna historia y que ha afectado la calidad y los estilos de vida de tantas y tantos guatemaltecos. Nuestras sociedades humanas rurales y urbanas marginales, aún se distinguen de manera significativa por su pobre acceso a los recursos y tecnologías del desarrollo, por sus pobres estilos y calidad de vida, es a su mejora a lo que hay que apuntar toda la maquinaria estatal. Sin atender eso, seguiremos hundidos en la barbarie.