Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Siempre he dicho que tenemos confundidos los términos, y que pensamos que al Presidente de la República se le llama mandatario porque es quien nos manda a todos como borregos, sin entender el concepto de la institución jurídica que le da vida al término y que es el mandato. Porque no hemos entendido ni jota de lo que es el mandato en que cada cuatro años elegimos a un nuevo gobierno y nos ponemos de culumbrón agachando la cabeza por los siguientes cuatro años dejando que el Presidente y su equipo hagan lo que les da la gana, suponiendo que los nombramos “mandantes” y no mandatarios.

El mandante es el pueblo, que otorga un mandato a los electos que se convierten en mandatarios que tienen que ejecutar el mandato. Ese es el concepto esencial de la democracia, y sin eso no podemos hablar de verdadera democracia aunque existan elecciones periódicamente y las mismas sean limpias, puesto que dar un cheque en blanco a alguien para que nos venga a mandar no es democracia, ya que ese sistema político se basa en la delegación del poder soberano del pueblo para que al elegir a alguien éste se haga cargo de la conducción de los asuntos, pero para ejecutar lo que el elector le encomendó.

Hoy en la mañana leyendo la columna del señor Méndez Vides me doy cuenta que hasta gente ilustrada tiene confundidos los términos. Dice el escritor que pareciera que no queremos mandatario sino mandadero, lo que evidencia que él no entiende que el mandatario es, justamente, un mandadero porque está para cumplir con un mandato. Defendiendo a Maldonado Aguirre y su decisión del salario mínimo diferenciado, el escritor se queja de la reacción de los sectores que sacaron de sus casillas al Presidente provisorio que antes de entregar el cargo dentro de una semana, se tiró una decisión polémica que ha sido impulsada por el empresariado pero que, desde el punto de vista jurídico, campo en el que debió prevalecer la experiencia de Maldonado, es un desacierto porque en los países donde hay salarios diferenciados por actividad económica o geográfica, esos salarios tienen que estar sobre el mínimo ya vigente para todo el país y para cualquier actividad. No puede haber salario mínimo por debajo del mínimo, obvia y lógicamente.

Pero volviendo al punto esencial de esta columna, me da pena que gente como Jimmy Morales o cualquier otro político tengan la misma idea del señor Méndez Vides, en el sentido de que elegimos un mandante y no un mandadero, es decir, el mandatario que se ve obligado a ejecutar lo que el mandante (el pueblo), le ordena cuando emite el sufragio.

Tenemos una cultura tan sumisa, por los tantos años de dictadura, que ya nos acostumbramos a que el mandatario sea el mandante, el que nos tiene de rodillas haciendo micos y pericos sin que nosotros, los verdaderos mandantes, podamos chistar o hacer valer nuestro poder soberano. Por supuesto que la democracia se basa en que el pueblo tenga un mandadero, alguien a quien envía al poder para hacer lo que el pueblo quiere. Sin eso, no hablemos de democracia.

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