Fernando Mollinedo C.

Terminó el período de vacaciones para el sector educativo, alumnos, padres de familia, maestros y la administración educativa, oficial y privada, cada quien con sus afanes, reinician las actividades que de una u otra forma son obligatorias; para unos, la construcción de la cultura mínima que les permita ingresar al campo laboral o bien, seguir estudios universitarios.
Para padres se vinieron los gastos de útiles escolares, uniformes, bonos, transporte escolar, algunos necesarios y otros superfluos. En la administración pública, el Ministerio de Educación con su maquinaria humana tratará de satisfacer las enormes necesidades que requiere la población escolar urbana y rural (infraestructura, pago de salarios a los maestros, insumos y sobre todo, garantizar la entrega de fondos para el uso interno de cada centro escolar denominados «de gratuidad»).
Las vacaciones merecidas o no, son necesarias para renovar energías y estar listos en el episodio siguiente, de esa forma se vacían tensiones y cansancio acumulado; la calidad del descanso estuvo en función de la toma de conciencia de cada uno para afianzar convicciones, disfrutar o padecer el éxito o fracaso personal; lo que acerca poco a poco a la población estudiantil al conocimiento de su realidad a lo largo de sus noches y sus días.
En el terreno del ocio, es evidente que falta educar a la población estudiantil, porque al encontrarse sin tareas que cumplir o actividades por desarrollar se sienten desubicados y fuera de sitio, talvez porque no tienen claro que, hacerse a un lado por un espacio de tiempo es saludable para el proceso educativo, también para los maestros, padres y madres de familia y autoridades educativas.
Los maestros, durante las vacaciones dijeron: «hasta luego» a todo lo relacionado con planificación, operatividad, organización, evaluación, rendimiento, calificaciones, disciplina, actualización, seminarios, tutorías, resultados de aprendizaje y otros aspectos de carácter cultural; cada uno pudo acercarse más a sí mismo, a sus propósitos y a sus propias razones de ser y existir. Al fin de cuentas, como humanos tienen el derecho a tomar distancia y aliento en esta interminable jornada de atender a otros seres humanos en vías de crecimiento y desarrollo.

PERO: los docentes contratados, enfrentan ahora, como cada año, el dilema de ser recontratados y reubicados en escuelas lejanas según el talante, carácter o capricho de algunos empleados y funcionarios de las Direcciones Departamentales de Educación del país, léase directores de planteles educativos; con los consabidos resultados negativos para el presupuesto personal y afectación de las relaciones familiares.
Esperamos que las nuevas autoridades educativas, aborden la problemática sin altivez ni arrogancia de considerarse el non plus ultra que sus órdenes se deben cumplir al estilo de los cuarteles. Despidamos con gusto la etapa que terminó y preparémonos para recibir como se merece este nuevo ciclo con el empuje propio de un nuevo año. ¡QUE DIOS BENDIGA LA LABOR EDUCATIVA EN TODAS SUS FORMAS Y EN TODOS LOS NIVELES!

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