Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Cada vez que se cumple el ciclo del tiempo que tarda la Tierra en girar alrededor del Sol, desde tiempos inmemoriales los humanos sentimos que se inicia una nueva etapa, un nuevo ciclo en nuestras vidas y hasta llegamos a convencernos de que el paso de la última hoja del almanaque trae realmente algo nuevo. Con el correr de los días nos vamos dando cuenta que hasta los propósitos de inicio de año se quedan, como todos los años, en el olvido y el ajetreo de la vida diaria vuelve a atraparnos para continuar en la mayoría de casos con la rutina. Ni siquiera el temido cambio de milenio, que amenazaba a destruir lo almacenado cibernéticamente, llegó a producir el cambio radical que se había anticipado.

Este inicio de año se siente aún más especial para los guatemaltecos porque tras la llamada primavera democrática del año pasado, hay en el ambiente la sensación de que la ciudadanía puede ser determinante. Sin embargo, como en todo, el cambio de año por sí sólo ni significa absolutamente nada, y lo que venga o deje de venir será resultado de nuestro nivel de compromiso y determinación. Es bueno que esté la ilusión y el deseo de que podamos continuar la tarea que apenas empezamos hace unos meses, pero si algo tenemos que tener presente es que los beneficiarios del sistema de corrupción e impunidad se reagruparon tras la experiencia y, de alguna manera legitimados por ese voto que dijeron que contaba pero que no valió para mucho, ahora están bien atrincherados en sus posiciones de poder donde pretenden defenderse de esa ciudadanía vociferante que reclama transparencia y justicia.

Estos días que vienen son críticos porque el presidente electo tiene que terminar de conformar su equipo de gobierno y al presentar su Gabinete enviará un mensaje a la población, porque de la forma en que lo haya integrado se podrá deducir no sólo su visión del país sino también las prioridades que él, como Presidente, tendrá en el desempeño del cargo. Hay desde gente que no quiere ofrecer ningún beneficio de la duda ni compás de espera hasta quienes pretenden que se espere por lo menos el primer año para ver de qué es capaz el futuro gobernante. La verdad es que esos tiempos no dependerán tanto de lo que ahora pensemos y digamos, sino de lo que vaya ocurriendo a partir de esa presentación del Gabinete y en las primeras acciones oficiales.

Indudablemente, y eso hay que entenderlo, no encontrará a una ciudadanía sumisa e indiferente como ha ocurrido con sus predecesores porque ahora la gente no siente que bastó con ir a depositar el sufragio para sentarse a esperar cuatro años para ver qué se puede hacer.

Yo creo que el futuro del país está en buena medida en manos del señor Jimmy Morales porque si él entiende por qué fue elegido y actúa de acuerdo a ese mandato, podemos avanzar mucho y sin sobresaltos. De lo contrario, si él no lo tiene bien claro, no cabe duda que su gobierno no será de miel sobre hojuelas.

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