Francisco Cáceres Barrios
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La graciosa concesión del generalato a la Consagrada Imagen de Jesús de la Merced le fue propuesta a su Párroco, Reverendo Padre Orlando J. Aguilar, S.J. quien lleno de alegría emprendió las labores para celebrar con toda pompa el acontecimiento, incorporándolo a los preparativos que ha venido haciendo con motivo de los 300 años que se avecinan de su consagración. Para él, como para sus fieles, el ofrecimiento no tenía nada de malo y aunque muy bien podrían haber opiniones en contra, como las hay en todo acto humano, no era causa, motivo o razón para que ocurriera el escándalo que se armó, más aun, cuando en la consulta realizada a su Arzobispo, de quien después de haber autorizado el acto protocolario que se llevaría a cabo el domingo 3 de enero entrante, emanó la petición de no realizar la organizada procesión fuera del templo sino realizarla dentro del mismo.

¿Por qué el Arzobispo ante las preguntas de los reporteros de prensa negó tener conocimiento de lo anterior y a la vez comunicar que averiguaría las razones del por qué no se le había consultado tal decisión? Es y será asunto desconocido para todos y peor aún, no haber meditado que con ello estaría dejando muy mal parado al Párroco que solícitamente le había pedido su autorización. Pero las interrogantes no terminan aquí. Acto seguido, también el gobierno presidido por el Licenciado Alejandro Maldonado, apresuradamente dispuso negar rotundamente la mencionada concesión, cuando con testigos, el Padre Orlando había sido citado de urgencia para comunicárselo.

Movido por los comentarios favorables del maravilloso conjunto de escenas navideñas que, con fines catequéticos el Padre Orlando había montado en el templo de La Merced, lo visité el sábado pasado y como fiel devoto de Jesús de la Merced me hinqué a sus pies para pedirle perdón para quienes sin saber lo que hacían expresaban todo un cúmulo de desatinos y barbaridades. Es que la imagen de Jesús y la fe que lleva consigo están muy por encima del materialismo o conceptos que cada uno de nosotros podamos tener, especialmente cuando se dejan de lado los valores y principios que debieran conllevar las decisiones de quienes por azares del destino, temporalmente, son depositarios de alguna autoridad.

Pasada la tormenta, ahora pienso que a lo mejor aquella leyenda de que la imagen de Jesús de la Merced, en tiempos de Carrera, mereció el reconocimiento militar de Coronel, lo que nunca se ha podido comprobar, algo similar también pudo haber ocurrido, un gran escándalo que no pasó a más, mientras la Consagrada Imagen nos ha seguido dando sus bendiciones y las seguirá prodigando por muchos siglos más.

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