Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Después de que se recojan los papeles de los cohetillos y se limpie el piso del papel de los regalos abiertos, llegará el momento de celebrar la razón de esta fecha: el nacimiento de Jesús y todo lo que ello conlleva para quienes practican su religión.

Dependiendo las tradiciones de cada familia, llegará un momento en el que uno debe agradecer las bendiciones recibidas, pedir fortaleza para las cargas que pueda llevar, reflexionar acerca de nuestro papel en la tierra, de lo que ha sido este año que termina y de lo que uno puede hacer en el futuro.

En mi caso particular, no puedo vivir más agradecido de tener a mi mujer a quien le debo todo y ahora a nuestro pequeño niño que nos ha venido a dar un sentido diferente en la vida y se ha convertido en un elemento especial en nuestro matrimonio.

Agradezco infinitamente ser parte de la familia que me cobija y tener los padres, hermanos, cuñados y sobrinos que Dios me puso en el camino, tanto de mi familia de sangre como de mi familia política. Hemos sido bendecidos con tanto que apena.

Vivo agradecido de tener en mis amistades de verdad a gente que son como hermanos y valoro enormemente a todas las personas con la que compartimos sueños y anhelos, además de muchas horas de trabajo en mis dos oficios que ejerzo con pasión. Sin ellos, las cosas serían muy diferentes.

No tengo nada más que pedir en la vida y sí, mucho que dar y esforzarme. Aunque quizá mienta, porque sí pido seguir teniendo licencia y las fuerzas para continuar luchando por una Guatemala más justa, más incluyente y con más oportunidades para todos, pero en especial para los más necesitados.

Pido la fuerza y la fe para seguir librando duras y largas batallas que desemboquen en que las reglas de nuestra Guatemala cambien, y ello derive en que las oportunidades que yo he tenido y que primero Dios pueda tener mi hijo, las tengan los hijos de tanta gente que no logra romper el círculo generacional de la pobreza.

En esta Navidad debemos entender que, para que nuestras familias puedan seguir teniendo oportunidades, debemos abrir el espectro de las mismas y procurar que cada día sean más niños y niñas los que tengan la posibilidad de aplicar los talentos que Dios les dio y para ello, nos debemos conjurar en familia y como sociedad para lograrlo.

Debemos pedir mucha fuerza, mucha sabiduría para atinar y entender que no es de Dios que tanto chapín se quede atrás, rezagado y marginado; para lograrlo no debemos pensar en cosas extraordinarias, sino entender que con las cosas más ordinarias, pero hechas con honestidad, con pasión y con visión de servir, encaminamos el rumbo y pueden marcar los cambios que anhelamos y necesitamos.

Que hoy a las 11.59 cuando nos aprestemos a rezar, pensemos y valoremos en lo que Dios nos da, pero que también realicemos que todos estaremos mejor, nuestros hijos especialmente, si vivimos en una sociedad en la que todo aquel que se esfuerza, lucha y desea progresar, tenga la oportunidad de hacerlo.

Pidámosle al Niño Jesús que nos dé la luz, la fuerza y la entereza para que el 2016 sea el año en que Guatemala cambie de verdad.

Feliz Navidad para usted y su familia.

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