Francisco Cáceres Barrios
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Si alguien me preguntara cuáles son mis deseos para los guatemaltecos en esta Navidad, empezaría citando a los del titular y seguiría mencionando menos bolos, menos delincuencia, menos conflictos, menos violencia, menos torpeza de los conductores de vehículos y también de nuestros políticos, quienes por lo visto siguen sin dar pie con bola. Tengo la impresión que últimamente todo lo anterior ha aumentado tanto, que por lo general la gente no quiere salir a la calle, que aunque sea para comerse un pan con frijoles prefiere quedarse tranquilo en casa.
Efectivamente, el crecimiento poblacional nos reventó en plena cara, así, de sopetón, lo que provoca la reacción de disgusto en muchos de nosotros que hace rato nos pega el sol, al punto, que deseamos pasar estas fiestas de fin de año más tranquilos, sin tanta gente, sin tanto barullo. Esa misma impresión he escuchado de media Guatemala pues por la índole y naturaleza de mis labores, debo conducir mi vehículo por el endiablado tráfico citadino y peor todavía cuando con gran dificultad no encuentro un lugar libre para estacionarlo.
Es que para “ir a hacer un mandado”, expresión muy chapina que significa ir a tramitar asuntos a oficinas públicas; a comprar un regalito para los nietos o a ponerle la pila del reloj, se ha vuelto cosa de una hora o de tal vez de muchas más. Todo indica que la falta de trabajo eficaz de nuestro alcalde Arzú, quien lleva ya quince años de ejercer el poder en el municipio, nos tiene a todos dando más vueltas de las necesarias. Por lo que los concejales que no son del partido político oficialista seguramente tendrán mucho que hacer en los próximos cuatro años.
También estamos cansados de no poder apreciar campañas preventivas para evitar accidentes, quisiéramos que por lo menos por un año dejáramos de seguir viendo las espantosas quemaduras en sus manos y cuerpo de los niños guatemaltecos; que los chapines se percataran que el Nacimiento de Jesús no es para ponerse la gran borrachera, mucho menos ir a parar al hospital o al cementerio por los desmanes de velocidad; que los rateros y los mareros dejaran siquiera una vez al año de matar choferes de camioneta y que los diputados al Congreso, al menos los primeros días del año entrante les diera un poquito de vergüenza, la que podría ser útil para lograr la aprobación de tantos proyectos de ley de beneficio colectivo que tienen hace un buen rato de estar durmiendo en sus gavetas. En fin, que las cosas en nuestro país, con un poquito de buena voluntad y vergüenza, bien podrían empezar a cambiar para beneficio de todos los guatemaltecos.