Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Sin querer entrar en una discusión semántica del término idoneidad, en vista que ahora tantas veces es mencionado, creo que vale la pena discutir, intercambiar criterios o conversar sobre que el mismo es un requisito indispensable para ocupar un cargo público, pero que debe ir acompañado de otras características para desempeñarlo. Por ejemplo, Diario La Hora publicó la semana pasada un interesante reportaje titulado: “¿Por qué no cambia el Sistema Penitenciario?” Lo que nos permitió conocer la opinión de muchas personas que afirman enfáticamente que la falta de candidatos idóneos para ocupar el cargo de Director del Sistema Penitenciario es la razón fundamental para que dicho sistema ande de cabeza y que por ello, a pesar de grandes esfuerzos e inversiones efectuadas sigue sin ser eficiente.

No discuto que la falta de idoneidad sea fundamental para desempeñar el cargo de primordial importancia, pero esa no es la única causa de los sonoros fracasos ocurridos, sino el que la honestidad no haya aparecido por ninguna parte. ¿Por qué digo esto? Pues porque a los simplemente idóneos también hay que temerles, pues sabiendo cómo se pone a punto la melcocha, terminan por comérsela toda o mejor dicho, que siendo una persona capaz para el cargo, por contar con suficientes conocimientos para ocuparlo, si no es honesta, los va a aprovechar para cometer actos corruptos, como los de ponerse a comerciar hasta las planchas de cemento en que se acuestan a dormir los reos o permitir el ingreso de celulares a las prisiones.

Cuando hemos visto que a los vendedores callejeros la municipalidad les “vende” el derecho de ocupar dos metros cuadrados para poner su puesto de venta de atol de elote en el lugar en donde paran los autobuses urbanos, poniendo en tremendo riesgo la vida del vendedor, a los transeúntes y hasta a los pasajeros por su precipitada bajada, ¿qué otra cosa podemos esperar del resto de funcionarios públicos que lo que menos les importa es la seguridad de la ciudadanía, haciéndola a un lado, en su desmedido afán de hacer dinero fácil y sin mayores problemas?

Si el apreciable lector lo pusiera en la balanza ¿por quién se inclinaría usted para elegir al director del Sistema Penitenciario, al que sea más idóneo o por el más honesto? Indudablemente el candidato ideal es quien goza de las más altas calificaciones en los dos rubros y lo mismo se repite una y mil veces más para escoger al mejor candidato para ocupar los ministerios de Educación, de Gobernación o de Salud, como de cualquier otro cargo de la administración pública pero, ¿no cree que hoy mismo encontrar candidatos honestos es lo más difícil o imposible de hacer?

Artículo anteriorCrisis migratoria y el SICA
Artículo siguiente¿Qué es lo que realmente nos molesta?