María José Cabrera Cifuentes
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El viernes de la semana pasada se llevaba a cabo en El Salvador, país que ostenta en la actualidad la presidencia pro tempore del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la Cumbre Regional del mismo, integrado por los países del istmo centroamericano y República Dominicana. En dicha sesión el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, anunció el retiro de su país de las instancias políticas del sistema debido al escaso apoyo del resto de los países de la región en uno de los temas que interesa especialmente a los costarricenses en la actualidad.

La decisión fue tomada a raíz de la mayor crisis de migración cubana hacia Estados Unidos que se haya suscitado en los últimos tiempos. A 6 mil de estos emigrantes se le ha otorgado una visa de tránsito, sin embargo, hay aún muchos otros con la esperanza de poder obtener ese beneficio, pero que probablemente no puedan acceder a este.

En noviembre del presente año escaló la crisis a partir de que Nicaragua cerrase su frontera a los cubanos que pretendían transitar por el Istmo y dirigirse al norte en donde podrían obtener una residencia permanente, afirmando que esto podría representar una amenaza para su seguridad nacional.

La nueva ola de emigrantes cubanos, no obstante, es una cuestión que excede el poder de los gobiernos centroamericanos cuya administración fronteriza ha probado más de una vez ser ineficiente. Por lo que el retiro de Costa Rica de este importante debate político será en realidad infructuoso, entre otras cosas por la escasa capacidad de maniobra que se tiene, especialmente si se toman acciones aisladas.

Se requiere de una fuerte voluntad política de los gobiernos de Estados Unidos y de Cuba para lograr una normalización de la migración. Ahora que las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se han reestablecido, resultaría de suma importancia retomar las conversaciones acerca de este y otros problemas que aquejan a los habitantes de la isla debido a la pugna que tradicionalmente han experimentado estos países.

No obstante, y a pesar de no estar dentro de sus posibilidades el avance hacia una solución definitiva, es de urgencia regional abordar el tema para evitar la vulneración de la seguridad de cada uno de los países que integran el SICA. Esta será una prioridad que el nuevo presidente Jimmy Morales deberá asumir promoviendo el papel de mediador que podría jugar Guatemala en dicho tema.

Sin lugar a dudas, el Sistema de Integración Centroamericana se encuentra debilitado, lo que hoy más que nunca se evidencia en la toma de acciones de cada unidad política al margen del consenso regional. Será tarea del nuevo gobierno aproximarse a enderezar el camino de la integración regional en donde se deberán explorar temas como la ampliación de la unión aduanera, inversión, migración, estrategias para el control del crimen organizado, desarrollo sostenible, entre otros fundamentales para la región.

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