Eduardo Blandón
Da curiosidad el empeño de algunos medios informativos internacionales por la situación política de Venezuela. Y más aún la parcialidad con la que sitúan las noticias y el espacio concedido a los columnistas de oposición. Hace pensar que hay intereses inconfesados que los conduce a la locura editorial.
No se escribe de igual forma sobre Haití u Honduras, por ejemplo. Países que por lo visto no importan ya sea porque no hay petróleo o son juzgadas naciones perdidas e insalvables en el concierto de democracias ridículas. Luego queda la duda, quizá inocente, sobre el enorme interés contra «el populista Nicolás Maduro».
El heredero del chavismo es considerado desde las páginas de esos diarios como el enemigo a vencer y la oposición como un grupo de líderes inmaculados, salvadores, héroes y, sobre todo, mártires. Con lo que se critica el poco balance de las notas de prensa para dar oportunidad a los lectores de obtener un juicio justo de lo que sucede en ese país de inmensa riqueza dilapidada.
Los dueños de esas empresas de prensa olvidan que Chávez y el chavismo son consecuencia de gobiernos corruptos que, muy interesados en el lucro y el latrocinio, se olvidaron del país para erigirse como sultanes vividores del erario público. Lo mismo que el Orteguismo nicaragüense es consecuencia de un sector privado egoísta que hasta la fecha sigue sacando raja de los recursos del Estado gracias a las componendas con otro amigo del chavismo.
No hay duda que la situación económica venezolana está en alas de cucaracha y que Maduro tendrá que pagar y paga desde ya sus desaciertos, pero la oposición tendrá que demostrar con hechos que pertenece a otra generación. Su mayor desafío quizá sea desvincularse de un pasado poco glorioso y que tiene al país a merced de la violencia, la pobreza y mucho político delincuente.