José Mauricio Rodríguez Wever

Hace algún tiempo, uno de mis nietos me preguntó cuál era el clavo con eso de los impuestos. Me dijo: Pa, ¿Qué es un impuesto? De allí nació una interesante charla sobre política fiscal e impositiva. En primer lugar es imprescindible definir qué es un impuesto. Si vamos al internet y preguntamos qué es un impuesto, la primera definición (de Wikipedia) es:

“El impuesto es una clase de tributo (obligaciones generalmente pecuniarias en favor del acreedor tributario) regido por derecho público. Se caracteriza por no requerir una contraprestación directa o determinada por parte de la administración hacendaria (acreedor tributario).”

Para entender a cabalidad esa definición, hace falta o ser ya casi un profesional de la economía o un fanfarrón. Esa definición a mi nieto y a miles de personas que pudieran leer estas notas, no les dice nada. Más bien los confunde. Todos nos hemos puesto a pensar qué es un impuesto, por qué nos obligan a pagar eso que no queremos, cómo es que se roban los impuestos, para qué sirven los impuestos.

En la charla con mi nieto, salió esta pregunta: Pa, yo sé que no se dice así, pero entonces, el impuesto ¿es imponido? Y así es. De allí viene su nombre. Es esencialmente una imposición que el Estado establece a los que conforman ese Estado para entregar parte de su ingreso, de su gasto, de sus bienes. Está establecido en el Pacto Fundamental de Nación, llamado Constitución Política de la República de Guatemala. La Constitución establece que se crearán impuestos, eso quiere decir, en primer lugar, que si se quiere ser parte de esta Nación, hay que pagar impuestos. Tan fácil como eso. Si no quiere pagar impuestos, busque otro país (si lo hubiera) en donde no se paguen impuestos. Hay personas que han buscado ese país y han encontrado lugares como nuestra Guatemala en donde se pagan menores impuestos que en otros países por la realización de alguna actividad específica. Por eso oímos que se solicita al Congreso de la República (que es el ente que establece los impuestos) que se exonere de pagar algún impuesto a una empresa que se quiere establecer en el país con ventajas impositivas. Pero que hay que pagar, hay que pagar.

Otra pregunta es por qué nos obligan a pagar impuestos, y aquí la respuesta es fácil y básica. Sin ingresos que vienen de los impuestos no podría existir ninguna institución (de las que conforman el Gobierno) que maneje esta Nación. ¿Quién construiría carreteras para el uso de todos, quién se encargaría de controlar el buen comportamiento de los ciudadanos, quién se haría cargo de ordenar el tráfico para que no fuera un caos (mayor que el actual)? Pero, además, habiendo ciudadanos que tienen posibilidad de satisfacer solos las necesidades de su existencia, pero otros que no pueden, el Gobierno debe proporcionar algún satisfactor para esas personas: salud, educación…

Hay impuestos, hay que pagarlos y sirven para la vida de los que vivimos en un país. En otra entrega habría que preguntarnos cómo se roban los impuestos, qué podemos hacer y si aun con esos robos (corrupción) hay que seguir pagando los impuestos.

*Licenciado en Economía, Magister en Ciencias Políticas URL. Miembro fundador y vocal de la Junta Directiva de ASPRODECO

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