Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Por coincidir con quienes hablaba sobre que el urbanismo es el estudio de la planificación de las ciudades para que su población pueda vivir bien, es que me interesé en escribir este comentario, después de haber pasado toda la semana sumido en el total descalabro del tránsito de vehículos provocado por la falta de la aplicación de esta disciplina desde que el señor Álvaro Arzú asumió la llamada alcaldía metropolitana, que es de lo que menos tiene, puesto que con el paso del tiempo se ha vuelto en “pueblón”, llamado así en nuestro caló popular, porque además de no contar con una red vial que permita un fluido movimiento vehicular, se han sumado todo un cúmulo de decisiones cada vez más descabelladas.

Si bien es cierto que nuestro pueblo tradicionalmente es seguidor de las manifestaciones católicas, también lo es que sin perjudicarlas en lo más mínimo, debieran organizarse y ordenar lo mejor posible las ventas callejeras consecuentes, porque el descalabro no lo arman los conductores de vehículos sino las autoridades cuando permiten, por ejemplo, bloquear la entrada del Periférico, de la 9ª calle al centro de la ciudad y la salida por la 8ª calle de la zona 1. Y si lo anterior causó grandes problemas ¿qué no provocó haber bloqueado también el tránsito sobre la 1ª y la 2ª avenida, con motivo de la festividad en el Santuario de la Virgen de Guadalupe?

Entiendo que el Alcalde pueda haber adquirido compromisos electorales para lograr el voto de los vendedores callejeros cuando se postuló una vez más a la alcaldía pero, ¿por qué la mayoría de pobladores tenemos que sufrir sus consecuencias? El congestionamiento vehicular que antes mencioné también se repite en los alrededores de los templos Santo Domingo, zona 1; en el de la Asunción, en zona 2 o en el llamado “Esquipulitas” de la zona 11, solo para citar algunos ejemplos, ocasionando en cada uno de ellos además del ya citado congestionamiento, accidentes de tránsito, descomposturas en los vehículos, atropellamientos de peatones, más gasto de combustibles, en fin, todo aquello que debiera evitarse de contar con un plan urbanístico bien estructurado.

De la actualidad, dos cosas más debo comentar, que los vecinos seguimos siendo testigos del abuso, altanería y prepotencia de los agentes municipales quienes, con el pretexto de mejorar el flujo vehicular imponen remisiones y multas al por mayor y el feo aspecto que ha causado el que los parques Central y Centenario se hayan convertido en largas y feas vallas que desentonan en varias cuadras del Centro Histórico, financiadas por empresas privadas que seguramente pagaron a precio de oro su publicidad.

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