Cualquier país que quiera avanzar en el desarrollo tiene que invertir fuerte en salud, educación, infraestructura, no digamos en justicia que es un requisito indispensable para hablar de seguridad. Todas las naciones que han alcanzado niveles de prosperidad por su crecimiento económico, pasaron por etapas en las que se apostó fuertemente a que su gente fuera sana, con acceso al conocimiento a través de la educación y en preparar la infraestructura nacional para facilitar el comercio y la comunicación. De la justicia ni se hablaba porque únicamente los pueblos salvajes descuidan la correcta aplicación de la ley como un instrumento para garantizar la paz social.

El sábado publicamos un reportaje en el que se evidencia que en Guatemala se reduce para el año próximo el presupuesto a salud e infraestructura y se asignan cantidades insuficientes para atender las necesidades de educación y justicia, lo cual nos da una idea de qué tipo de país estamos en realidad construyendo y qué le vamos a heredar a las nuevas generaciones. Si a eso se suma que el dinero público ha servido para hacer negocios y para volver millonarios a funcionarios públicos de todo tipo, podemos entender por qué tenemos el tipo de Nación que tenemos.

Por culpa de la corrupción hay mucha gente que dice que el problema de Guatemala no es de falta de recursos asignados sino del destino que se da al dinero público. Es absolutamente cierto que aquí se roba por todos lados y hasta se llega al colmo de sobrevalorar los útiles escolares para hacer negocio como acaba de conocerse respecto a la anterior Ministra de Educación. Y también es cierto que se podría hacer más si el dinero público fuera bien empleado, pero resulta que aún el día en que logremos meter al bote a quien tiene el descaro de sobrevaluar los lapiceros, veremos que no invertimos lo suficiente en formar a nuestra gente ni en darle salud porque mantenemos más del 50 por ciento de nuestra niñez en desnutrición que le impide terminar de formarse física e intelectualmente.

Es urgente que la sociedad asuma el compromiso de centrar el debate de las políticas públicas mediante exigencias concretas para invertir en lo que nos permitirá un desarrollo sostenible para impedir que la única esperanza de la mayoría de nuestra gente sea encontrar un “Coyote” que les lleve a Estados Unidos. Centrar el debate sobre el gasto público eficiente pero, además, bien orientado a las necesidades puntuales. Revisemos cómo han llegado a grandes los países ricos y veremos que todos, sin excepción, le apostaron a invertir en la gente.

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