Juan de Dios Rojas

Somos el país muy dado a contradicciones visibles, tal el caso que sirve de encabezamiento a esta columna, así por así, sin importar las consecuencias tremendas. Dejan una vez más sobrado motivo furibundo en la mayoría del colectivo de sentir el rumbo desastroso hacia finalizar hundidos totalmente en la profundidad de sentir desesperación por todos los rumbos.

Nos encontramos en medios fatalistas, alejados sin variable en un derrepentazo dicha posición alcance acogerse a una tabla salvadora, capaz de no perecer entre tanto suceso extraño, siempre origen de males aferrados, cuya naturaleza proviene de mentalidades alejadas totalmente de un delirio de grandeza, sin parar la pobreza y extrema pobreza que nos abate.

No obstante, al tenor de anuncios oficiales del gobierno provisional, en el asentido hipotético que giraría órdenes terminantes de no llevar a cabo los aludidos convivios en dependencias de alto rango, por ejemplo: los tres podres del Estado y demás dependencias crecidas, un verdadero sobrehueso, finalmente siempre si tuvieron lugar, además de bonos de calidad millonarios.

Vemos los aludidos desmanes, a la cabeza las cúpulas burocráticas y cuesta creerlo. La situación prevaleciente, ya imparable e inmensos golpes a la conciencia, parece una pesadilla generadora de imborrables circunstancias, negras como la noche, característica completa de ausencia rotunda de consideración; empero muestran estar decididos a su ego insaciable, un auténtico costal sin fondo, reza el llevado y traído adagio en boca de la mayoría.

Si existen propósitos, objetivos y metas quizás, base fundamental de los citados convivios ante la cercanía navideña, los mismos se sustentan en el aire de la temporada, el frío cuesta arriba, no pasan de meras palabras; junto a escenario de antigua tradición, inclusive vieja costumbre adherida a toda costa en cada uno de los participantes entusiastas, y estimulados por las bebidas espirituosas abundantes.

Hablemos sin tapujos, y en dicho sentido nos unimos un coro a repetir: “No está la Magdalena para tafetanes”. Sin embargo, se mueve en beneficio de quienes gozan de un salario estable, verdadero seguro que sirve de garantía en beneficio propio. Pero los desafortunados, en número considerable ¿de dónde van a tener un convivio? Tampoco se hará realidad el intercambio de regalos.

Los copetones y que disfrutan de sueldos y canonjías especiales, (inclusive la diosa fortuna es otro ingrediente; hago mención a la bonificación que agranda sus haberes y llevan a sus manos (a veces peludas) más dinero contante y sonante. Para unos la abundancia plena, para otros nada de nada, una vez más. Ojalá hagan llegar algo al sistema hospitalario en severa crisis.

Luego entonces la apreciación general sigue a modo de repetición. Finalizo con franqueza, al final de cuentas las promesas y también ofrecimientos en esta ocasión resuelta un va de nuevo, pero con idéntica forma, ejemplo claro y pelado el mismo disco rayado ocupa similares funciones, digo mecanismos trillados. Recordemos con preocupación, que hay crisis hospitalaria señores.

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