El problema del Calentamiento Global de la Tierra se ha convertido en un tema ideológico con matices económicos que impide abordarlo con sensatez y lógica porque se imponen otro tipo de criterios. En París está culminando, al momento de escribir esta nota editorial, la reunión mundial en la que casi doscientos países están representados para buscar un acuerdo que permita contener el deterioro del planeta y evitar una catástrofe para la humanidad que alcanzará fundamentalmente a las próximas generaciones, pero es preciso vencer las oposiciones de quienes creen que nos han tratado de espantar con el petate del muerto al socializar este asunto.

En general los países más industrializados y los poderes económicos más grandes se resisten a la adopción de medidas de control por el prurito de que todos los controles estatales o paraestatales son una especie de socialismo y, por lo tanto, creen que hay que dejar librada a la responsabilidad social empresarial el cuidado del medio ambiente. Pero es un asunto científicamente probado que estamos viviendo ahora el final del otoño más caliente de la historia, con temperaturas récord en todo el hemisferio norte y evidentes muestras del deshielo polar que compromete la vida en las partes más bajas de la Tierra.

El acuerdo propuesto hoy por el gobierno francés, que espera la aprobación de todos los delegados, puede ser una de las últimas llamadas que se hagan a la responsabilidad de los gobernantes del mundo respecto al tema del calentamiento global y la necesidad urgente de adoptar medidas serias. En este asunto hay que decir que si bien los países grandes incurren en acciones que son más dañinas para el planeta, los países sin suficiente desarrollo también contribuyen en buena medida a degradar el ambiente, y por ello es que se impone un acuerdo unánime de los países del mundo y sería histórico que de París saliera un compromiso que, por primera vez, nos obligue a todos a adoptar acciones concretas que reduzcan la contaminación que pone en peligro a la humanidad.

Algunas medidas ecológicas serán costosas en términos de dinero y eso hace que algunos las rechacen de entrada, como se hace aquí cuando se menciona la palabra impuestos, pero la verdad es que tenemos que asumir los sacrificios que hagan falta para contener el deterioro que ya se ha causado y que en opinión de algunos será irreversible aún si ahora mitigamos el daño.

Los ciudadanos tenemos que involucrarnos en el compromiso y presionar a nuestras autoridades para que se ocupen del tema y lo hagan con visión de futuro.

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