David García Maciejewski
Periodista
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Las mayores tragedias que ha vivido la humanidad se han adaptado al cine, pero donde más hincapié ha hecho la industria ha sido en los tres grandes conflictos que ha vivido: dos Guerras Mundiales y la pesadilla de la Guerra Fría. Mientras que las primeras estaban marcadas por el horror y la barbarie, la otra fue una batalla ideológica y política en la que el intermediario era el miedo a la catástrofe nuclear.
Steven Spielberg da su visión particular de la Guerra Fría en El puente de los espías, con una historia inspirada en hechos reales y con Tom Hanks como estrella protagonista. La película está contextualizada en Estados Unidos entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, época de gran tensión entre los dos bloques por la construcción del Muro de Berlín y la crisis de los misiles de Cuba. Hanks interpreta a Rudolf Abel, un abogado que debe representar ante los tribunales a un espía soviético. Tras su éxito, también tendrá que hacer de intermediario entre el gobierno estadounidense y el ruso para canjear al agente por dos norteamericanos atrapados tras el Telón de Acero.
Abel es un padre de familia que cree en los valores y lucha por la justicia, motivo por el que acepta defender en los tribunales a un agente comunista a pesar de la carga que eso conlleva. Al haber pasado pocos años desde la Caza de Brujas de McCarthy y con la situación de histeria colectiva en Estados Unidos por la aparente inminencia del conflicto nuclear, la población odiaba todo lo relacionado con el comunismo. Que un abogado norteamericano decidiese dar representación legal a un ‘enemigo’ era considerado más un acto de traición que un deber moral. Sin embargo, a pesar de las críticas de los medios de comunicación y la opinión pública, Abel lucha por un derecho que cree superior a cualquier prejuicio.
Spielberg también acierta a la hora de recrear una época marcada por la posguerra. Establece una clara diferencia entre el gran poder adquisitivo de los norteamericanos y la decadencia y el hastío del bloque comunista, devastado tras salir de un conflicto que se había cobrado millones de vidas. Al final El puente de los espías resulta una película equilibrada, bien interpretada, donde se ve la mano de un cineasta involucrado en contar historias que no debemos olvidar.