Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@gmail.com

El 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos. Y está muy bien, siempre y cuando esos derechos puedan ejercerse. Así las cosas, habría que preguntarse ¿cuántos guatemaltecos y guatemaltecas los conocen?, para empezar, y luego ¿cuántos los disfrutan?

Y es que el porcentaje de personas que en este país conocen y viven ejerciendo sus derechos es mínimo. Los medios masivos, el turismo y por supuesto el lavado de dinero maquillan muy bien Guatemala, ahora iluminada al son de las fiestas venideras, pero debajo de esas capas de edificios de espejo, luces de colores, vallas gigantes y malls por todos lados, existe un país con el índice más alto en desnutrición en el continente, similar al de los países en conflicto, y además, mueren diariamente casi el mismo número de personas de las que mueren en la guerra.

Cientos de niños y niñas dejan de estudiar para ayudar al mantenimiento de sus familias, otra cantidad similar lo hacen porque no existe la infraestructura adecuada, porque no cuentan con documentos de identificación que les permita ingresar a los mismos, o simplemente porque su rendimiento es nulo, por la desnutrición, claro.

Decenas de niñas son secuestradas para ejercer la prostitución, y una cifra parecida de infantes son dados en adopción bajo circunstancias anómalas, poniendo en riesgo, no solo el ejercicio de sus derechos, sino también su vida.

Muchísimos niños y niñas mueren por problemas estomacales o por neumonías y muchos adolescentes engrosan las cifras de las pandillas por considerar esos grupos como la única familia que puede darles atención, si no cariño.

Detrás de este país de pasos a desnivel, tráfico descomunal y muchísimas tiendas de comida rápida, los políticos aprenden a utilizar las redes sociales y se ganan la simpatía de las y los ciudadanos mientras ofrecen pena de muerte, más policías y hacer lo opuesto al gobierno de turno, olvidando dentro de sus programas y propuestas a la niñez y toda la problemática que enfrentan.

Debajo de este país multicolor con bajas temperaturas y pista de hielo, la free, la miseria se expande y el silencio cunde. Sería oportuno salir a las calles por los cientos, por los miles de niños y niñas cuyos derechos son vulnerados, cuyas vidas se están limitando desde tan temprano, cuyos sueños se están convirtiendo en pesadillas.

Artículo anteriorLa “Recordación Florida” editada por Editorial Universitaria de la USAC
Artículo siguientePor fin en el mundial