Raúl Molina

El 1º de diciembre conmemoramos el decreto de autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), logro de la Revolución de Octubre de 1944. Para la Usac significó manejar sus propios recursos, así como darse su gobierno y tomar todas las decisiones para su funcionamiento, en base a la Constitución, su Ley Orgánica y sus Estatutos. Entre 1945 y 1981, pese a graves sucesos en la política nacional, como la contrarrevolución de 1954 y los regímenes militarizados contrainsurgentes después de 1960, la Usac cumplió su mandato y ejerció su autonomía. Debido a la explotación, discriminación, opresión y represión ejercidas por los sectores dominantes en el país, la Usac se convirtió en la “voz de los sin voz”, con grandes costos. Fueron miles los universitarios -autoridades, docentes, investigadores, estudiantes y trabajadores- que fueron perseguidos y/o atacados, muchos de ellos muertos o “detenidos-desaparecidos”. Entre 1978 y 1981 la Usac fue agredida brutalmente, como ninguna otra universidad en el continente americano. Su autonomía fue violada por la fuerza de las armas y parte importante de la comunidad universitaria se vio obligada a retirarse, y muchos a exiliarse.

El oscurantismo vivido por la Usac bajo las políticas contrainsurgentes del Estado, de 1981 hasta la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera en 1996, le impidió defender a las grandes mayorías del país, cuyos derechos humanos eran violados constantemente. Nada hizo ante las campañas de genocidio y “tierra arrasada”, el aumento constante de las desapariciones forzadas -sumaron 45 mil- y la constante represión en el país. No pudo apoyar el diálogo y el proceso de búsqueda de la paz; y solamente recuperó su compromiso en 1992, al oponerse a celebrar el “descubrimiento de América”. Se esperaba que en 1997 la Usac recuperara un papel central; pero ya carcomida por problemas de corrupción y politiquería internas, no tuvo autoridad moral para rechazar los corruptos e ineptos gobiernos neoliberales que nos han llevado a ser Estado fallido. Aún peor, la AEU, que con la sangre de muchos mártires libró batallas junto al pueblo, cayó en manos de una dirigencia delincuente, desacreditándose y deslegitimando al movimiento estudiantil. Por ello, la ciudadanía se sintió muy estimulada al ver que en el movimiento contra la corrupción y la impunidad, a partir de abril, las y los estudiantes de San Carlos se sumaron y se convirtieron en baluarte del movimiento. Igual satisfacción produjo ver que el Rector asumiera el liderazgo de la Plataforma para la Reforma del Estado.

Es hora de avanzar. Primero, la Usac debe continuar ya los esfuerzos por la reforma del Estado. Segundo, la reforma universitaria debe caminar paralelamente a la reforma del sistema político. Tercero, la Usac debe erradicar la corrupción y la politiquería interna, imitando la expulsión de presidente y vicepresidenta del país y muchos más. Finalmente, la Usac debe reconocer que necesita verdad, memoria histórica, justicia y resarcimiento al centro de sus políticas. Así, se deben iniciar procesos irreversibles que den paso a la universidad nacional y autónoma del Siglo XXI.

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