Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El titular dice abril, pero es por espacio porque pudo haber dicho mayo o agosto de este año cuando la euforia ciudadana llegó a su máximo y se coparon las plazas centrales y las redes.

El día martes inició el último mes del año que estaba llamado a ser el año del cambio, el año del nunca más volver al pasado, nunca más volver a la indiferencia, el año del nunca más a la corrupción que nos roba oportunidades y creo que es justo que hagamos un repaso de cómo estábamos en abril y cómo estamos ahora en diciembre.

En abril teníamos unas cortes elegidas bajo pactos políticos y por ello Gudy Rivera está en medio de un proceso de antejuicio. Al día de hoy, las reglas para elegir cortes siguen siendo las mismas, es decir, su elección dependerá de pactos políticos cuando llegue el momento.

En abril teníamos un Congreso dominado por los mismos de siempre, los mismos que se oponían a cambios. Para enero del 2016, LIDER, UNE, PP y TODOS seguirán teniendo más de 105 votos, es decir, la llave para todo. En abril el Legislativo estaba representado por diputados depurables; para el 2016 la mayoría de esos depurables se “aplastarán” en su curul.

En abril teníamos un presupuesto que estaba diseñado para satisfacer la corrupción. Ahora en diciembre, sabemos que para el 2016 tenemos un presupuesto en las mismas condiciones, que las grandes necesidades (salud, educación, seguridad, justicia e inversión social) no tendrán los fondos suficientes, mientras que el Listado Geográfico de Obras y las asignaciones a oenegés, están intactas y más sólidas que nunca.

En abril el Ministerio Público pedía por más fondos porque no solo le asignaban menos de lo que necesitaba, sino que además le transferían aún menos fondos de los asignados; ahora en diciembre, sabemos que para el 2016 será la misma historia en el sentido que con lo asignado, el MP operará con déficit.

En abril el financiamiento de las campañas políticas era la llave para acceder a ese reinado de dinero, impunidad, influencias y poder que representa el Estado para los financistas; ahora en diciembre, sabemos que esas reglas que les permiten tranquilidad a quienes financian campañas, siguen intactas.

En abril era evidente la necesidad de que se reformara el servicio civil y los pactos colectivos; ahora en diciembre, las reglas del servicio civil siguen intactas y los pactos colectivos sin modificación alguna.

En abril la matriz de compras del Estado era la herramienta perfecta para estructurar y ejecutar la corrupción planeada; ahora en diciembre estamos peor, porque con unos parches nos quieren hacer creer que estamos mejor, cuando en realidad seguimos en las mismas, especialmente, porque los mecanismos de fiscalización y control no han cambiado y porque se apoyó (desde las reformas) a los fideicomisos para que sigan operando.

Los pobres de abril, en diciembre están peor porque para el 2016 seguirán teniendo acceso a educación de mala calidad, porque siguen sin poder romper de forma sostenible el circulo generacional de la pobreza, porque las oportunidades siguen estando en Estados Unidos y porque ahora la crisis hospitalaria está peor que en abril, sin que se avizoren los cambios de fondo que requiere el sistema para cambiar la realidad.

Así, abundan los ejemplos.

Ahora que diciembre da para ser una buena época de reflexión y de metas para el año entrante, le dejo esta inquietud para que se pregunte si ¿Esta es la primavera, el despertar que imaginó y del que sentirá orgullo para contárselo a sus hijos?

Yo no y por eso sigo la próxima semana.

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