Por si alguna duda existía, el Congreso confirmó que es el gran poder por la forma en que se aprobó el Presupuesto General de la Nación en forma oscura y a pocas horas de que venciera el plazo constitucional para que pudiera cobrar vigencia. Es el gran poder porque condiciona al futuro gobierno que tendrá que negociar con los diputados para cualquier reasignación de gastos, y ya sabemos el significado del concepto negociar cuando se trata de hacerlo con los miembros del Congreso.

Cierto es que en este caso el camino se los allanó el mismo equipo nombrado por el Presidente electo, Jimmy Morales, al declinar la posibilidad de hacer observaciones a los diputados para que pudieran formular las asignaciones presupuestarias tomando en cuenta los proyectos del nuevo gobierno. Puede haber sido simplemente una acción lógica ante la ausencia de proyectos concretos y para no quedar en evidencia por la falta de planes de trabajo, pero lo cierto es que cuando los diputados, arrinconados por la presión ciudadana, acordaron darle participación al equipo de Morales, estaban resignando parte de su gran poder.

Ya librados de ese compromiso, actuaron como lo han hecho históricamente usando el Presupuesto como piñata, y ahora tienen de las narices al próximo gobierno porque les tendrá que ir a suplicar, con sobre de doblete en mano, cualquier cambio. Por cierto, sostenemos que el Presupuesto que aprueba el Congreso tiene que ser con candados porque de lo contrario estaríamos frente a una aprobación inútil y estéril si se deja la puerta abierta para que se hagan transferencias al gusto del cliente.

El problema no está en los candados, sino en lo que pasará para que sean abiertos, puesto que la llave siempre ha sido el soborno a los representantes o la negociación que les permite agarrar importante parte del pastel. Este presupuesto está plagado de asignaciones orientadas a beneficiar a entidades particulares asociadas a diputados, pero la ambición de muchos de éstos es insaciable y por lo tanto puede y debe suponerse que siempre habrán de sacar mayor raja.

Técnicamente el Congreso es la representación popular y, de hecho, fueron electos por el pueblo con apego a nuestra ley electoral que, mientras no sea modificada como corresponde, seguirá siendo el parapeto de los diputados. Pero el Congreso es también parapeto del sistema y como tal se ocupa de asegurar que no haya cambios importantes que le resten privilegios a los que lo han venido usufructuando y estos actos únicamente confirman su enorme e insalvable poder.

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