Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

La muerte y desaparición de Cristina Siekavizza de Barreda no puede ni debe pasar desapercibida, no porque la vida de Cristina sea más importante que la de las 1,173 mujeres que han muerto en el 2014 y lo que va del 2015 (a octubre), sino porque su caso representa muchos de los males que aquejan al país: poca valorización de la mujer, poderes paralelos, impunidad, corrupción, encubrimientos y complicidad, aspectos que entre otras cosas alientan la violencia de género.

Este caso nos obliga a preguntarnos qué papel les estamos dando a las mujeres en nuestra sociedad, porque las estadísticas nos indican que hay un buen número de personas que no están valorando el rol de éstas, no solo a nivel social, sino en el seno de la familia porque yo soy de la opinión que para un hijo/a, contar con el cariño de ambos padres es vital, pero sobre todo con el amor, cuidado y atención de la mamá.

Según han develado las investigaciones, Barreda contó desde un inicio con el apoyo de dependencias gubernamentales, que actúan en ocasiones como cuerpos paralelos del mismo Estado, papel que jugó la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad (SAAS) del tiempo de Álvaro Colom, pues lo ayudaron en las vueltas que le permitieron deshacerse del cuerpo de su esposa y, además, obtuvo apoyo de esos grupos paralelos que operan en la Dirección General de Migración y por ende obtuvo pasaportes falsos que le facilitaron salir del país y llevarse a sus hijos a México.

Esto evidencia que paralelo a las funciones “normales” del Estado, existe un aparato que funciona para satisfacer al bajo mundo y que de ahí, realizar negocios, traficar influencias e incidir en los quehaceres estatales, es muy sencillo. Desde este aparato paralelo se incide para elegir a nuestras cortes, por ejemplo y de ese aparato fue parte la mamá de Barreda cuando presidió el Organismo Judicial.

Dentro del caso Siekavizza, milagrosamente se entregan audios a personas que no son parte del proceso o peor aún, no se graban las audiencias. Los Barreda han logrado con éxito, presentar recursos dilatorios con el afán de seguir entreteniendo la nigua, esperando que las cosas lleguen a un juzgado, sala o corte en donde puedan tener mayor nivel de incidencia y así es como opera el sistema.

Un sindicado mañoso pasa tiempo en el “tambo” con la certeza de que el caso llegará a las manos correctas, esas manos que de un plumazo lo resuelven todo; el preso que usa al sistema paralelo nunca pierde la esperanza de que éste (el sistema) hará su papel. Eso nos lo evidencia este caso.

Ningún familiar tiene obligación de declarar en contra de sus parientes, pero eso no significa que apañar y encubrir los actos que riñen con la ley es legal y lo mismo ocurre con su círculo más cercano, aquellos que desde el día uno se han dedicado a defenderlo.

El círculo de Barreda sabe qué pasó con el cuerpo de Cristina Siekavizza y por eso es que todos andan muy tranquilos, conscientes que si nadie “canta” no habrá forma de poder dar con su paradero y por eso se aferran a la tesis que sin cuerpo no hay delito, que Cristina está viva pero anda con saber ni quién.

La vida de Cristina vale igual que la de miles de mujeres, sus hijos sufren y se les desgracia la vida igual que todos aquellos que se quedan huérfanos por la violencia de género, sus papás y hermanos aprenden, como el resto de quienes entierran a un hijo/hermano víctima de la violencia, a vivir con la angustia como un fiel acompañante. Lo que viven los Siekavizza, lo viven los López, los Martínez, los Girón, etc. y por ello es que justicia para Cristina significará un aliento para los demás deudos.

Este caso es emblemático porque tiene todos o casi todos los elementos de este sistema perverso que nos urge cambiar, porque este sistema no solo roba oportunidades a los más necesitados, sino también encubre a quienes utilizan la muerte como un recurso y a quienes, con su silencio y complicidad, la consienten.

Artículo anteriorCómo sabotear una empresa… Cómo sabotear un país…
Artículo siguienteLa Historia de Luna (Parte II)