Francisco Cáceres Barrios
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Llevo rato de sostener el criterio que para ese cargo se necesita un ejecutivo en todo el sentido de la palabra (ejecutor de un mandato, director responsable de una entidad o servicio) sin importar si es médico, cirujano, administrador de empresas y que aun no teniendo un título profesional, haya demostrado a través del tiempo gran liderazgo y capacidad organizativa. Es obvio, más aún en las actuales circunstancias, que dentro de los requisitos fundamentales debe estar su honradez, honestidad, buenas relaciones humanas, como alto grado de sensibilidad social. Esto último debiera generalizarse en toda la administración, como ser evaluado por la presidencia y por la opinión pública de manera constante.

El guatemalteco común y corriente no concibe que un secretario de Estado o ministro, no digamos un director de hospital, de servicio o administrador del mismo vaya a permitir abrir las puertas de una clínica, no digamos un hospital, sin contar al menos con artículos indispensables como jeringas, alcohol, gasas, hilo para suturas, algodón, sedantes, anticoagulantes y tantas cosas más “de primera necesidad”, útiles para salvar la vida de un paciente o al menos contrarrestar o reducir los padecimientos de los seres humanos, lo que tampoco se logra con solo enviar advertencias o apercibimientos. La situación crítica por la que han pasado las unidades asistenciales del país no se resuelve solo con dinero, aunque fuera a manos llenas, por cuanto eso es finito y si no se planifica y administra bien a través de una eficiente gestión y control, tanto de artículos, medicinas, instrumental y equipo que requiere el tratamiento de enfermedades, todo se viene abajo.

Hay algo más importante en el perfil para ocupar el puesto de Ministro de Salud, que se requiere del conocimiento de políticas públicas, algo que en nuestro país solo ha servido de manera clientelar, politiquera o interés para llevar a sus bolsillos el dinero mal habido por malas o amañadas compras y contrataciones. También debe tener presente el seleccionador que ese ministerio no solo debe ser útil para atender enfermos, sino para prevenir que lleguen a las unidades asistenciales, no solo con el materialismo de bajar costos, sino con el criterio humanístico de que más vale prevenir que lamentar.

En pocas palabras, después de haber visto y padecido las consecuencias de funestas administraciones presentes y pasadas, nuestros políticos y la ciudadanía en general debiéramos dejar de lado la malhadada politiquería, para dar paso a una eficiente y honesta administración pública. Eso se logra solo con ejecutivos de primer nivel y buenos equipos de colaboradores con buena voluntad y el afán de servir como se merece nuestra comunidad. No bastan las asignaciones presupuestarias multimillonarias.

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