Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Hace ya algún tiempo que la familia Siekavizza planteó la necesidad de que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, (CICIG), se haga cargo de investigar el caso de la desaparición de Cristina Siekavizza de Barreda, en vista de que el mismo constituye una clara muestra de cómo operan estructuras paralelas que se encuentran enquistadas en las instituciones públicas para impedir que se pueda aplicar correctamente la justicia.

Se sabe positivamente que las influencias de los padres de Roberto Barreda en el Organismo Judicial han sido determinantes para frenar el avance de la justicia, pero también hay investigaciones pendientes sobre el papel que jugó la misma Secretaría de Asuntos Administrativos de la Presidencia en el encubrimiento de Barreda y la Dirección General de Migración que extendió pasaportes falsos a este y sus hijos para propiciar su fuga del país.

Creo personalmente que es importante reabrir la investigación que permita establecer, fundamentalmente, qué ocurrió con el cuerpo de Cristina Siekavizza porque hubo premura para apachar todos los clavos al respecto y levantar el muro de la impunidad. La estrategia de la defensa ha sido doblemente perversa porque se aferran a la tesis de que sin cadáver no puede haber proceso por homicidio, por lo que hay que regresar al punto en el que se tiene que investigar con toda seriedad y competencia lo ocurrido y eso no lo puede hacer cualquiera sino que hace falta un trabajo muy profesional y ya que la existencia de estructuras que se han confabulado para mantener el caso en impunidad, el papel de la CICIG puede ser determinante.

Barreda no actuó íngrimo y solo, teniendo personas que además de confidentes fueron su apoyo para hacer lo que hizo y en esa línea hay toda una enorme veta para ampliar la investigación.

No puedo ocultar que en el caso Siekavizza, que me ha preocupado desde sus orígenes, tengo de alguna manera un interés personal porque la madre de Cristina es prima hermana de mi esposa. Pero precisamente por ello es que también tengo conocimiento de la forma en que se ha manejado la investigación y de la necesidad de que se pueda proceder en un contexto diferente, entendiendo que no es un proceso común y corriente por asesinato, sino que en el mismo tiene mucho que ver la existencia de esas estructuras que operan de manera criminal para impedir que se pueda avanzar en el proceso judicial a fin de que prevalezca la justicia.

Si algún caso puede considerarse una muestra de cómo es que en Guatemala hay “conectes” que funcionan adecuadamente para estancar procesos y evitar la aplicación de la ley, generando un muro de impunidad que resulta invencible, es el del proceso por la desaparición de Cristina Siekavizza en el que sin ningún empacho los defensores han dicho que no puede hablarse de homicidio y menos de asesinato porque no habiendo cadáver no existe fundamento. En otras palabras, todo aquel que mate a alguien y sepa desaparecer el cuerpo puede sentirse tranquilo de que no habrá forma de que se le juzgue y eso es aberrante e inaceptable.

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