Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

La familia se considera fuente de protección, de ayuda mutua, donde se establecen relaciones con amor y respeto. Se ha idealizado tanto a esta, que cuando suceden manifestaciones de incomprensión, de falta de solidaridad y de desvalorización entre sus miembros, parece ser una pesadilla vista correr como una película en una pantalla de cine, en donde otros son los actores, otros son los que sufren, pero no puede ser la realidad de ellos.

De manera general, son las madres quienes tienen que solventar los variados problemas que en esta surjan. Se les responsabiliza a las mujeres de la armonía del hogar, pero también de la desarmonía. Queriendo cumplir un rol establecido para ellas en su afán de hacerlo de manera adecuada, se van olvidando de quiénes son, de vivir para ellas mismas y de establecer los límites necesarios para cualquier ser humano. La mujer se observa a sí misma responsable de todo, por lo cual sus hijos y esposos, tienen suficiente tiempo para juzgarla mientras ella se socaba realizando tareas interminables y desconsideradas.

En ocasiones, los hijos viven su vida a costa de las atenciones de estas madres y aprenden a juzgarla, a no considerarla, a verla como un ser sin derechos ante ellos, pero sí, con muchas obligaciones. La madre ante la confrontación de estos hechos, puede llegar a ser rechazada, a convertirse en blanco de descalificación, por lo tanto sus recursos psicológicos y personales se observan socavados y aún más, puede tener dolencias físicas que no conducen a ninguna clase de consideración y ayuda por parte de los integrantes de su casta.

¿Qué le gusta jugar un papel de víctima? ¿Qué porque se queja tanto? ¿Qué es amargada? , casi enemiga, de la familia. Es manipulada por los otros miembros para que continúe con el statu quo, que les hace la vida cómoda a los demás, a consta del propio bienestar de ella, de sus propias ilusiones, deseos y esperanzas.

A las mujeres se le enseña y forma desde muy pequeñas a cumplir un rol esperado de quiénes y cómo deben ser para ser buenas, para mantener el orden, para cumplir un papel diseñado en la vida, que por lo general es malagradecido, frustrante, doloroso e hiriente para sí misma. Si desea escapar de ese rol que la enferma y le daña su calidad de vida, muchas personas, la misma familia, los vecinos, los líderes religiosos, las amigas, las conocidas estarán dispuestas a ayudar a que continúe en ese lugar y que no trate de ver la vida de otra manera. Porque: “La mujer tiene un destino que tiene que cumplir, pese a que las circunstancias socaven su propia vida”.

Es necesario que las mujeres que se encuentran en dichas posiciones reflexionen acerca de sus vidas, que retomen su espacio, que luchen por la posibilidad de ser felices, pese al malestar que pueda ocasionar en otros esta toma de decisión. La queja, no basta, y nadie le hace caso a la misma, tal vez es un mecanismo para sentirse viva, aliviada e inteligente, pero es necesario tomar acciones para lograr la vida que cada una desea y merece, esto significa mover estructuras familiares que también lleva consigo consecuencias temidas.

Si no se quiere amargar en la vida, la mujer tiene que realizar cambios que le ayuden a sentirse plena, feliz y sujeta de derechos y no solo de obligaciones. De manera contraria seguirá siendo acompañada por una familia que lo único que pretende de ella son los servicios pueda brindar, sin proporcionarle ningún reconocimiento ni maneras de agradecimiento.

La mujer que se encuentra en estas condiciones familiares, se encuentra rodeada de gente que lejos de acompañarla constituye para sí misma una fuente de soledad insoslayable. Diciembre se aproxima y es un mes en el cual se encumbran los valores de la familia y el amor entre sus miembros. Es necesario que todos los miembros de la familia reflexionen acerca de esta temática, que no digo que atañe a todos los hogares, pero si a muchos.

Las expresiones de autoestima son de manera más visibles por el trato que cada quién prodiga a los demás. Dentro de la familia cada miembro debiese tener un valor e intimidad especial que contribuya a que sus integrantes crezcan y fortalezcan sus lazos. Es mi deseo que las familias puedan establecer estrategias para una convivencia pacífica y amorosa, en donde cada quien establezca responsabilidades y las cumpla en pro del bienestar de cada personaje familiar.

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