Juan de Dios Rojas

Criterios coincidentes puntualizan en medio de la natural expectativa y sorpresa enorme, el hecho de niñas, quienes en definitiva, según estadísticas crecientes, ya no viven la infancia. Todo a consecuencia de resultar embarazadas, incluso entre los 11, 12 y más años. Acerca del tema inquietante se debe a factores diversos: precocidad, el medio y bodas concertadas.

La tradicional costumbre presente en estratos poblacionales, medio ambiente del área rural mayormente, desde pequeños algunas familias unidas por una acendrada amistad, se dan a la atarea de comprometer parejas con bastante anticipación. En modo alguno rompen dichos convenios, la base inconmovible se respeta y viene a ser también una «ley» que merece respeto invariable.

Pero en el seno del conglomerado en general difiere sobremanera, en virtud que dan prioridad uno a la aludida etapa de los seres vivientes. En el sentido basado en la psicología; la Santa Infancia a tono religioso hace cual esfuerzo, sacrificio a efecto que sea vivida a plenitud, pese a la precariedad económica, destacan: juegos apropiados, sin excluir la muñeca jamás.

Aunque esta actitud también natural visualiza en la infancia una inclinación maternal, a nivel del aspecto lúdico, sea como sea. De lujo su material especial, sin embargo, hasta de palo y de trapo son sus juguetes pase lo que pase, puesto que protegen hasta con las uñas su muñeca, dueña de sus quereres, protección tipo fortaleza cuando intentan despojarla de su «hijita».

Al retornar al tema en cuestión, representa aun grandes expectativas del imaginario guatemalense la circunstancia fuera de lo común, el caso observado en todos los departamentos del país los embarazos de niñas frisando apenas los 10, 11 años. Etapa propia de un desarrollo incompleto biológico, no obstante gana espacios sin ningún tropiezo y pérdida de la niñez no vivida.

Dicho caso no deja con los brazos cruzados a familias enlistadas en tal situación rebasante de modelos rayanos en otro punto de vista, en diferente posición social, dispuestos a recondicionar rutas de repente saltando las trancas de un salto poseedor de naturaleza sorprendente, procuran denodados enfrentar una situación, aunque resolverlo represente una empresa formal.

Reitero a pesar de la pluralidad imperante dondequiera, prevalece aun el ideal de que no pierdan, además vivan la infancia las legiones de casos incontables integrantes de ese mundo que también vivimos los adultos y adultos mayores. Dispuestos a remembrar infinidad de pasajes en unión dichosa de amigos de barrio, escolares y vecinos identificados en la prisa del tiempo.

Haciendo mías las letras Rubenianas del nicaragüense introductor del modernismo en América acentúa: La infancia, «infancia, divino tesoro, te vas para ya no volver». Semeja al paso de Cronos inevitable, girones de nuestro pretérito, cuya lucha tenaz, lleva a cabo denodados y meritorios esfuerzos por soltar a veces un pasado, metido en una trinchera y obviar la desmemoria.

Artículo anteriorLA “OTRA “JUSTICIA
Artículo siguiente«El sistema perverso está intacto»