Edith González

«Toda sociedad tiene leyes que deben ser respetadas para la convivencia ciudadana”.
Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz

La toma de la justicia por mano propia se ha incrementado gradualmente, cada vez hay más linchamientos “absurdos”, en donde la “turba”, mata a personas que no eran delincuentes ni estaban en la comisión de delitos. Como cuando un indigente se acerca a un camión y el guardián lo mata al creer que era un delincuente. O el soldado que toma fotos de una protesta y lo confunden con un delincuente y lo queman.

Desde décadas atrás se han dado casos sobre linchamientos en Guatemala recordemos a la periodista de Alaska, que intentó fotografiar a una niña en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz y una turba la agredió al grito de ladrona de niños. Años atrás en Totonicapán confundieron a Ociel Calderón, pintor primitivista con reconocimientos internacionales y a su amigo con asaltantes y tras torturarlos les dieron muerte.
En los pasados tres meses los linchamientos aumentaron, es necesario buscar las razones por las cuales estamos actuando de esta manera, tan cruel. De acuerdo a la Dirección de Estadística de la Policía Nacional Civil el año anterior se produjeron 28 linchamientos en el país y hasta ahora ninguna persona ha sido capturada, sometida a juicio y menos sentenciada por estos crímenes, porque en realidad en la tipificación del delito los linchamientos eso son.
En el periodo mencionado fue en Huehuetenango en donde más linchamientos se registraron, después Guatemala y en tercer lugar, Escuintla. Las estadísticas de la policía señalan que en los pasados 36 meses se registraron 83 linchamientos. Y ni la Corte Suprema de Justicia, ni la Procuraduría de Derechos Humanos, ni el gobierno han hecho algo por evitarlos.
Hay que preguntar por qué la autoridad plenamente establecida no persigue a los autores de estos asesinatos, disfrazados de linchamientos, que están cobrando la vida de personas sin ninguna relación delincuencial, y en último caso si así fuera deberían de ser los tribunales los juzgadores y aplicadores de justicia. No se puede permitir que estos actos de brutalidad criminal continúen en el país, pues en la medida que se les acepte, permita y hasta aplauda, el resquebrajamiento de nuestra sociedad será mayor y en menor tiempo.
Si nos remitimos a las declaraciones que en su momento el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, emitió al ser consultado sobre los linchamientos en su país entendemos que el panorama entre esa nación y Guatemala es similar en el caso de los linchamientos. Dice el Nobel que «el país vive situaciones de intolerancia, inseguridad, violencia social y estructural». ¿Cuál es la diferencia? Ninguna. Guatemala vive en estos momentos intolerancia, inseguridad y violencia.

Cuánto deberemos de esperar para que el Estado cumpla con sus funciones, dotándonos de seguridad, pero no solo física; también en educación, salud, trabajo, justicia pronta y cumplida. Bastiones básicos para minimizar la justicia por mano propia.

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