Creemos que es del caso preguntar al Presidente Electo y su equipo de trabajo cuál es su postura frente a la notoria consolidación de un sistema de corrupción e impunidad que no se desmontará con reformas que son simples parches. Si en tiempos de Justo Rufino Barrios don Lorenzo Montúfar llegó a decir que la Constitución en esas condiciones sería una jaula de hilos de seda para contener a un león africano, qué podríamos decir ahora cuando con una tibia reforma al sistema político y modestísimas adiciones al régimen de compras y contrataciones del Estado se trata de contener a un enorme monstruo que es la corrupción desatada que campea por toda la sociedad, contando con la cómplice participación no sólo de los políticos, sino también de muchos empresarios que le han encontrado gusto a esa forma de hacer negocios.

Si Barrios era un león africano, la corrupción es una manada de leones, tigres, coyotes y hienas que, igualmente, no se pueden contener en una jaula de hilos de seda estructurada con normas tibias hechas al gusto de los mismos animales que no han saciado su hambre de dinero ni siquiera tras estos años de constante saqueo de los recursos públicos.

En una entrevista con La Hora el Presidente Electo dijo que él no tiene nada que hacer en materia de cambios legales porque éstos competen al Congreso de la República, y que él no les dirá cómo tienen que hacer las cosas. Pero olvida que su elección no fue simplemente porque se le reconociera un gran mérito como comediante y autor de moralejas, sino que por haberse identificado como el único ajeno al sistema tradicional y eso lo compromete a tener que trabajar en contra de los vicios de ese sistema. Y uno de los peores vicios es justamente la forma en que se comporta nuestro poder Legislativo que cree dormirse al sueño con paquetitos pendejos como el proyecto de reforma a la ley electoral y los cambios igualmente vacuos de la Ley de Compras y Contrataciones del Estado.

No creemos que ni siquiera los ponentes de esas reformas crean sinceramente que significan algo positivo porque habría que ser demasiado iluso, por no decir otra cosa, para pensar que ya se están componiendo las cosas con esas modificaciones legales.

Cambiar el sistema es un imperativo y el liderazgo del Presidente de la República puede ser decisivo si es que se avanza en ese proceso. Su indiferencia, en cambio, puede ser un freno muy importante que tarde o temprano ha de pasar factura.

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