Eduardo José Blandón Ruiz

Uno habla del sector privado atrevidamente como cuando se alude al género humano. O sea, como si pudiéramos echar en el mismo costal “a medio mundo”. Sin duda hay diferencias entre unos y otros, pero digamos que la tendencia es a generalizar porque existe, en el caso de los empresarios, un comportamiento regular que los vuelve asimilables.

Es el caso, por ejemplo, de su aversión al pago de impuestos. Al parecer pocas cosas los vuelven semejantes que su oposición supina al pago de la renta pública. Basta que la prensa amague o algún personaje público lo solicite, como lo hizo recientemente Iván Velásquez, para que salten molestos con los argumentos de siempre.

Su comportamiento es irracional.  Semeja al niño que con egoísmo no presta sus juguetes y se tira al piso con pataleos para que le presten atención. Pero los empresarios no son imberbes, son adultos cuyo único interés es la defensa de su patrimonio. ¿Compartir? Si mucho, migajas.

Se niegan a pagar impuestos por la corrupción reinante en el país, pero olvidan (voluntariamente y con hipocresía) que la corrupción funciona también porque grupos del sector privado se prestan para ello. Es de doble vía. Como el caso de algunas de las grandes empresas constructoras que timan al Estado, industrias que sobornan para obtener monopolios, capitales inescrupulosos (farmacéuticas, sectores energéticos, minerías, telefónicas, etc.), que medran a costa de la corrupción.

Como se ha publicado recientemente, “a nadie nos gusta pagar impuestos”, pero hay claridad en algunos que debemos apoyarnos todos para sacar adelante el país. La actitud egoísta de algunos empresarios es (contrario a lo que piensan) la que tiene en ruinas a Guatemala: sin hospitales, falta de seguridad y con un futuro dudoso.

Iván Velásquez lo ha sugerido, se necesita un “impuesto especial sobre los grandes patrimonios, que tuviera la destinación específica para el sector justica”, sin ello no es posible cambiar la manera cómo hasta ahora se ha gestionado la cosa pública. Estoy seguro que algunos empresarios lo entienden, pero hasta ahora no hemos sabido de ellos, no se han hecho escuchar.

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