Jorge Mario Andrino Grotewold
@jmag2010

Francia vivió una jornada de terrorismo impensable, espeluznante y doloroso. La muerte de personas inocentes a manos de irracionales extremistas es una afrenta no sólo contra el mundo occidental, sino en contra de los seres humanos en general, determinando la vulnerabilidad que se tiene, en una de las ciudades más hermosas del planeta y con un alto nivel de desarrollo económico, político, social y militar.

Las especulaciones sobre las razones son amplias, especialmente cuando Francia es parte de la coalición de Estados que lucha en contra del ejército de ISIS en Siria, que desarrolla un conjunto de acciones radicales en sus territorios, y que han declarado una guerra a occidente, especialmente a los países que financian y apoyan directamente a sus adversarios. Sin embargo, Francia también ha sido activamente vinculado a la lucha contra el terrorismo en otros territorios, y todo ello pareciera que sumó a generar los atentados del pasado 13 de noviembre, uniéndose a Nueva York, Londres y Madrid como grandes ciudades que han sido víctimas de ataques produciendo terror.

Los aparentes responsables de estas acciones intolerantes e inhumanas se justifican ante las amenazas que han lanzado los países occidentales a sus regímenes políticos y sociales, especialmente con el propósito de hacer influencia geopolítica en sus territorios; sin embargo, el factor determinante en este proceso pareciera ser los principios religiosos que no son respetados, en ninguno de los bandos de discordia política.

Así entonces, estos grupos radicales utilizan las creencias religiosas como fundamentos para desarrollar sus ataques, y la visibilidad política es el combate que tienen mediante atentados que producen terror. No esbozan sus ideas mediante la razón, sino la convicción de que terminar con la separación occidente/oriente es el quehacer de su vida, trasladando a las generaciones venideras una cultura del odio, premiada por un Dios, que no desea o reconoce a quienes no le adoran.

Cierto es, para determinar una objetiva afirmación, que los religiosos que estudian las diversas religiones que coliden en todo el mundo, que esta cerrada visión religiosa, no responde a la situación real de los fieles alrededor del mundo, sino a una tendenciosa interpretación que hacen los grupos extremistas, con fines políticos internacionales.

Otra tendencia de estas amenazas y crímenes se configura como una especie de vendetta para con los franceses, que inclusive intentan establecer, que se denota justificada, al permitir que estas poblaciones permanezcan en un poder extremo, y que luego sean manipuladas. Nada más alejado de la realidad, aunque pareciera un momento importante para que Francia, ejecute una reingeniería de sus protocolos de seguridad y de prevención de estas graves circunstancias.

Guatemala no puede estar ajeno o ausente a estos acontecimientos, en primera instancia para brindar una condolencia diplomática entre Estados y solidaria entre pueblos; segundo, para poder identificar posibles amenazas de situaciones violentas y de desigualdad, para lograr una sociedad incluyente y sin desigualdades; y en término final, porque el problema del terrorismo es un extremo transnacional que no respeta nacionalidades, ni ideologías, lo que produce una grave circunstancia para todo el mundo, aunque las plegarias, ruegos de justicia y una solemnidad alta para las víctimas, están ya plasmadas. #FuerzaFrancia.

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