Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El primer descubrimiento que debe haber hecho el Presidente Electo al sentarse con sus asesores para discutir sobre las acciones que deberán tomarse a partir del 14 de enero del año entrante es que hay una abrumadora distancia entre las enormes necesidades de inversión social que plantea un país con elevados índices de pobreza, y los recursos disponibles para atender esos requerimientos cotidianos, todos urgentes, que se vienen acumulando como consecuencia de una diversidad de factores entre los que el de la corrupción ocupa un lugar importante.

Simplemente si nos concentramos en Educación, Salud ya tenemos un problema gravísimo por la incapacidad de disponer de los recursos necesarios para atender lo elemental. Pero agregando el rubro de seguridad y justicia, que van de la mano, la situación puede llegar a parecer dantesca, porque ni haciendo micos y pericos puede reunirse el monto indispensable y eso significa, literalmente, que en cada ejercicio presupuestario irá aumentando el déficit en la atención a las necesidades de la gente y de las instituciones que tienen a su cargo la responsabilidad de velar por el adecuado servicio.

En campaña es fácil encaramarse a una tarima y decir que salud, educación y seguridad serán las prioridades y que se atenderán puntualmente las necesidades de la gente. Pero cuando en trabajo de Gabinete se tiene que analizar la realidad fiscal del país estalla una bomba de grandes proporciones porque la demanda de recursos es enorme y la capacidad de asignarlos sumamente limitada. Y que conste que estoy hablando únicamente de Seguridad y Justicia, de Salud y de Educación, sin contar todo el resto de los asuntos relacionados con la administración pública que también requieren de asignaciones importantes.

Por eso es que en campaña no basta con el ofrecimiento genérico de que se atenderán los problemas del país, sino que hace falta decir el cómo, puesto que la clave de todo está en si se tiene conocimiento real de las limitaciones y de las posibilidades que hay de trabajar de acuerdo a los ofrecimientos de campaña.

En esta ocasión el Presidente Electo y su equipo cercano han tenido la oportunidad de incidir en la aprobación del Presupuesto General de la Nación pese a no tener representación parlamentaria, y eso es un hito en la historia, pero es preciso que se haga un claro planteamiento respecto a la reasignación de recursos para determinar las posibilidades de éxito. La época de las buenas intenciones terminó con la elección en la segunda vuelta y ahora toca encarar la realidad revisando las columnas del debe y el haber para tomar las decisiones más prudentes y productivas de acuerdo a la realidad de una escasez de fondos que espanta.

El tema de la corrupción se mantiene flotando en el ambiente y constituye una limitante muy seria para pretender un incremento de los ingresos fiscales porque el ciudadano recela de la clase política y de un sistema que es literalmente arca abierta en la que hasta el justo peca. Por ello es tan importante el liderazgo del gobernante electo para recuperar la confianza con hechos muy concretos que demuestren la voluntad de impulsar cambios de fondo.

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