Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Terminando estaba ayer de escribir sobre el ejemplar comportamiento del árbitro de futbol argentino Diego Ceballos, cuando informaron sobre la nota del economista José Ramón Lam Ortiz, del equipo más cercano al presidente Jimmy Morales, en la que dice que se retira del equipo de transición para resolver un asunto personal. A diferencia de lo que hizo el silbante, como dicen los cronistas deportivos, Lam no asumió ninguna responsabilidad y menos pidió alguna disculpa por lo que ha sido señalado, es decir el plagio de trabajos académicos elaborados por colegas suyos de otros países.

Desde luego que la comparación se me hizo demasiado obvia, porque precisamente mi artículo de ayer era sobre la necesidad de que los hombres y mujeres decentes asuman su responsabilidad cuando cometen algún error o incurren en alguna falta o delito. Hasta el día de hoy sigue prevaleciendo la respuesta original que dio el Presidente Electo en el sentido de que se trata apenas de un rumor y evidentemente no hay el menor interés por encarar el problema como corresponde.

Se ha atacado al Ipnusac por haber hecho el señalamiento en un fin de semana y concretamente en día de feriado, pero no se reconoce que previamente al menos tres emisarios fueron encomendados para llevar el mensaje en forma privada, sin ánimo de hacer escándalo, al Presidente Electo y que éste no mostró la menor reacción. Creo que hará falta que se diga quiénes fueron esos tres emisarios para dejar las cosas en claro y acabar con esa peregrina idea de que el instituto de investigaciones de la San Carlos tiene el ánimo de hacerle daño a quien fue apoyado por la población para hacerse cargo de promover la honestidad y transparencia en la gestión pública.

Porque no puede haber engaño al respecto. El voto a favor de Jimmy Morales fue un voto en contra de las formas tradicionales de actuar de los políticos, de sus abusos y de la forma en que se escudan siempre en la aparente legalidad para apañar a sus colaboradores cuando son señalados concretamente de haber cometido abusos o excesos. Siempre ha sido la misma cantaleta, exigiendo pruebas fehacientes, sin asumir la postura de evaluar los señalamientos y la lógica alrededor de los mismos para proceder, por lo menos, a separar del cargo a los sindicados de alguna anormalidad.

No debemos olvidar que por primera vez hubo fuerte participación ciudadana en contra de la corrupción y que en esa gigantesca ola es que se enmarca el triunfo de Morales. No fue por sus credenciales ni sus propuestas, sino porque representaba el rechazo a todo lo tradicional y por lo tanto sus reacciones no pueden ni deben ser las tradicionales como el socorrido argumento de considerar rumores lo que son señalamientos concretos.

Y por último vale la pena decir que si Lam no tuvo la actitud de Ceballos, de admitir el “error” y sus consecuencias, el entorno del Presidente Electo haría bien en ilustrarlo sobre las pruebas existentes del fraude para que se dé cuenta que no hay tales de rumores, sino hechos abrumadores que demuestran lo idéntico de los trabajos señalados por plagio.

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