Emilio Rodas

Aquí es donde va a reaparecer la lectura distinguida de aquel importante libro escrito por un religioso liberal Norteamericano. Volvamos a don Juan, quien habiéndome ganado toda su confianza, me dice un día que estaba muy preocupado porque no había logrado reunir o juntar como él lo llamó, los 6 mil dólares que todos los meses enviaba al Vaticano… Aquí es donde salta la liebre – dirían algunos – don Juan, el recordado don Juan, quería saber mi opinión, cómo me parecía el envió de semejante dinero a los curas del Vaticano; le recordé a Juan que en nuestro país, hay suficiente pobreza, para que el en un acto bondadoso hiciera semejantes envíos a ese lugar. Que debía saber, que en varias ocasiones el Vaticano ha hecho préstamos al poder político cuando ha estado falto de dinero en presupuesto; que posee compañías navieras, compañías de aviación, ejemplo el avión en el cual el señor Francisco, llamado Papa, es un avión de Alitalia, el cual es del Vaticano; que posee compañías de seguros y que aquí mismo en Guatemala existe una aseguradora que todos conocemos. Don Juan, con la información que yo le proporcioné quedó más informado, habiendo sido estas sus palabras textuales: “me ha dejado baboso Milo”…. Por primera vez don Juan me dijo mi nombre abreviado. Dejé de ver a don Juan tal vez por un período de 3 meses. En aquellos tiempos el correo tenía una puerta que daba cabal al salir frente a la sala de ventas de Cantel, de la distinguida familia Ibargüen. Un día que yo salí por esa puerta, ya que regresaba de revisar mi apartado postal, distraídamente no reparé en ver si alguien de los 4 hermanos estaba por ahí. Caminando yo en dirección norte, alguien que caminaba en sentido contrario al mío, me indicó que me querían hablar diciéndome: mire creo que a usted, le quieren hablar. Dándome cuenta que el que me estaba queriendo hablar era efectivamente don Juan, después de agradecerle al buen samaritano me dirigí hacia la sala de ventas de Cantel para hablar con don Juan el cual me dijo: “fíjese que ya no mando 6 mil dólares, ahora mando solo 3 mil” – suena a comedia lo anterior – pues todavía manda mucho don Juan, le indiqué, sabe usted que ese dinero lo puede dar a una casa hogar, a un asilo, a fundaciones que ayudan a las madres solteras o a muchas obras más que buscan ayudar la situación del país, pero en vez de eso usted le da dinero a los que más tienen don Juan. Pasado el tiempo volví a visitar las oficinas de Cantel por motivo de las revistas para suscripción, en esa oportunidad me atendió Carlos, el cual me dijo: “fíjese Milo que dice Juanito que usted le ganó”, esas palabras me tomaron por sorpresa ya que yo no tenía ningún afán de competencia con don Juan, por lo cual le respondí: “y porque yo le gané si yo no estaba compitiendo con don Juan”, y entonces Carlos me respondió algo que jamás olvidé: “porque dice que ahora ya no manda ni un centavo al Vaticano”, habiendo sido esa la última vez que llegue a saber algo de don Juan.

Dedicado humildemente al gran columnista y escritor de La Hora: Martín Banús.

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